“Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza”…… (Augusto Nicolás Calderón Sandino)


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martes, 5 de octubre de 2010

El malestar i les ganes de viure esclaten a Barcelona

Recientemente nos llego esto, y hemos querido compartirlo...

 Catalán
La gent ha dit prou. Les autoritats afirmen que els responsables són grups antisistema, joves d’estètica okupa... Doncs no. Hem estat nosaltres. Aquest nosaltres al que durant hores perseguien les furgonetes de la policia histèrica per la ciutat sense poder trobar-lo. Aquest nosaltres que aplaudia quan es trencaven els vidres d’El Corte Inglés. Aquest nosaltres que va prendre la paraula en la primera assemblea realitzada al banc expropiat de la plaça Catalunya i va dir: “Tinc quasi cinquanta anys. Estic a l’atur des de fa quatre anys després de treballar tota la vida. Estic desesperada però aquesta okupació m’ha retornat el somriure.” En la dictadura democràtica tot es pot dir i no serveix per res. Sí, certament. Però que en un edifici dels més alts de la ciutat una enorme pancarta proclami “La banca ens asfixia, la patronal ens explota, els polítics ens enganyen, CCOO i UGT ens venen...A la merda” és una veritat massa insuportable pel poder. Perquè, a més, cada vegada hi arribava més gent. I no hi havia banderes ni consignes fàcils en les que ja ningú creu. El discurs tòpic de l’esquerra havia quedat enrere. Érem, senzillament, vides precaries que prenien la paraula i així apuntava tota la desesperació i les immenses ganes d’inventar camins per resistir juntes. Per sortir d’aquesta presó en la que s’ha transformat la vida. “A la merda” era un crit de ràbia. Però poc a poc aquest crit s’organitzava, s’ampliava, s’enriquia...i milers de veus el feien seu. Per a la dictadura franquista qualsevol conflicte d’ordre públic era causat sempre per una minoria, que es desqualificava titllant-la d’estudiants. Perquè estudiant era sinònim de gandul. Ara la dictadura democràtica insisteix com sempre en qualificar-nos també de minoria, tot i que en aquest cas ens anomeni vàndals i energúmens. No volen saber que aquesta minoria -aquest nosaltres que es rebel·la contra aquesta realitat- és la que fa la història. Ha caigut (parcialment) la dictadura franquista. Sabem també que tard o d’hora aquest sistema d’opressió i misèria serà foradat com un gruyère. Perquè milers de persones estan inventant milers de sortides. I caurà. Ells tenen el dia. Nosaltres tenim la nit. No poden identificar-nos i mai no sabran qui som. Per això ens tenen tanta por.



Vides precàries
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Castellano:
El malestar y las ganas de vivir estallan en Barcelona

La gente ha dicho basta. Las autoridades afirman que ha sido un grupo antisistema, jóvenes con estética okupa…. Pues no. Hemos sido nosotros. Ese nosotros que las furgonetas de la policía histérica persiguió durante horas por la ciudad sin poder encontrarlo. Ese nosotros que aplaudía cuando se rompían los cristales de El Corte Inglés. Ese nosotros que tomó la palabra en la primera asamblea realizada en el banco expropiado de la plaza Catalunya y dijo: “Tengo casi cincuenta años. Estoy en paro desde hace cuatro años después de trabajar toda la vida. Estoy desesperada pero esta okupación me ha devuelto la sonrisa”. En la dictadura democrática todo se puede decir y no sirve para nada. Sí, ciertamente. Pero que en un edificio de los más altos de la ciudad una enorme pancarta proclame “La banca nos asfixia, la patronal nos explota, los políticos nos mienten, CCOO y UGT nos venden… A la mierda” es una verdad demasiado insoportable para el poder. Porque además la gente acudía cada vez en mayor número. Y no había banderas ni consignas facilonas que ya nadie cree. El discurso tópico de la izquierda había quedado atrás. Éramos sencillamente vidas precarias que tomaban la palabra, y entonces asomaba toda la desesperación, y también las inmensas ganas de inventar caminos para resistir juntas. Para salir de esta cárcel en la que se ha transformado la vida. “A la mierda” era un grito de rabia. Pero poco a poco este grito se organizaba, se ampliaba, se enriquecía… y miles de voces lo hacían suyo. Para la dictadura franquista cualquier conflicto de orden público era causado siempre por una minoría, y el modo de descalificarla consistía en decir que se trataba de “estudiantes”. Estudiante era sinónimo de vago. Ahora la dictadura democrática insiste como siempre también en calificarnos de minoría, aunque en este caso nos llame vándalos y gamberros. No quieren saber que esa minoría – ese nosotros que se rebela contra esta realidad - es la que hace la historia. Cayó (parcialmente) la dictadura franquista. Sabemos también que tarde o temprano ese sistema de opresión y miseria será agujereado como un gruyere. Porque miles de personas están inventando miles de salidas. Y caerá. Ellos tienen el día. Nosotros tenemos la noche. No pueden identificarnos y nunca sabrán quienes somos. Por eso nos tienen tanto miedo.



Vidas precarias

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