“Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza”…… (Augusto Nicolás Calderón Sandino)


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jueves, 30 de septiembre de 2010

Aniversario de Benjamín Zeledón y Biografía de B.Zeledón. Articulo de Pablo E. Barreto

Un puñado de patriotas defendió el decoro, dignidad y soberanía nacional en 1912
El ejemplo antiimperialista inmortal de Benjamín Zeledón R. fue la guía luminosa para el general Sandino.
Prefirió el sacrificio heroico por la Patria a una paz cobarde
*Zeledón fue asesinado por los invasores yanquis y los conservadores traidores el día de su cumpleaños, el 4 de octubre de 1912
*Esta agresión militar yanqui fue el comienzo de las sucesivas intervenciones militares, económicas y financieras del gobierno genocida norteamericano en Nicaragua
*Es conocido que el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, encabezado por Sandino, continuador de Benjamín Zeledón Rodríguez, precisamente expulsó a la marinería gringa en 1933.
*También es conocido en la Historia latinoamericana que el gobierno genocida yanqui, mancornado con el ladrón y criminal Anastasio Somoza García, ordenó asesinar a Sandino y dejar instalado el ejército de ocupación militar permanente en Nicaragua, conocido como “Guardia Nacional” más dictadura somocista.
* Pablo E. Barreto Pérez
“No todos somos traidores”, escribió el patriota Benjamín Zeledón Rodríguez, varios días antes de ser asesinado por una agresión militar de más de 3,000 marinos yanquis y unos 2,500 soldados conservadores, jefeados por los vendepatrias y traidores Adolfo Díaz Resinos y Emiliano Chamorro Vargas, aquel 4 de octubre de 1912, hace 97 años, pocas horas después de finalizada la heroica resistencia patriótica de Zeledón en el Cerro de El Coyotepe, en la Colina de La Barranca y en la Ciudad de Masaya.
Los invasores y agresores militares gringos y los conservadores traidores eran, juntos, más de 6,000 hombres bien armados con ametralladoras, cañones modernos y de largo alcance, fusiles automáticos nuevecitos, con enorme cantidad de municiones a su disposición; todos eran militares bien entrenados y en servicio de ambos ejércitos (el norteamericano o yanqui agresor y los soldados locales eran miembros de un ejército oficial de los conservadores), mientras los integrantes del improvisado Ejército Defensor de la Soberanía y Dignidad Nacional “éramos artesanos, algunos profesionales y campesinos, tan sólo unos 800, mal armados, sin entrenamiento militar, hambrientos, sin vestuario, algunos descalzos”, según Hernán Robleto, uno los “lugartenientes” de Benjamín Zeledón Rodríguez en esta batalla absolutamente desigual.
“…Yo y mis bravos y valientes compañeros vamos derecho a la muerte, todos hemos jurado no rendirnos…” “No me hago ilusiones desde que empuñé el fusil antes y al rechazar las humillantes ofertas de oro y de honores que se me hicieron, firmé mi sentencia de muerte, pero si tal sucede, moriré tranquilo porque cada gota de mi sangre derramada en defensa de mi Patria y su libertad, dará vida a cada cien nicaragüenses que, como yo, protestan a balazos del atropello y la traición de que es actualmente víctima nuestra hermosa pero infortunada Nicaragua que ha procreado un partido conservador compuesto por traidores”, escribió Benjamín Zeledón Rodríguez el 3 de octubre de 1912, un día antes de que lo asesinaran los invasores y agresores yanquis y los traidores conservadores locales.
Añadía Zeledón Rodríguez en su carta testamento: “Para los que tenemos la dicha de sentir arder en nuestros pechos la llama del verdadero patriotismo: para quienes sabemos que quien sabe morir, sabe ser libre”.
“Si muero… moriré en mi lugar por la Patria, por su Honor, por su Soberanía mancillada”, sostenía Zeledón Rodríguez unas 24 horas antes de que lo mataran estos traidores mencionados el 4 de octubre de 1912.
Zeledón Rodríguez cayó en un sitio conocido como “Trapichito”, en la Comarca El Arroyo, situada entre Niquinohomo y Masatepe, en territorio del Departamento de Masaya.
Como sabemos la mayoría de nicaragüenses que hemos leído o estudiado Historia nicaragüense, la Gesta Heroica, antiintervencionista y antiimperialista de Benjamín Zeledón Rodríguez se produjo después de que el gobierno criminal, genocida, agresor militar y expansionista de Estados Unidos, encabezado por William Howard Taff en 1909 y los conservadores vendepatrias y traidores, promovieron el derrocamiento del gobierno liberal de José Santos Zelaya López, jefe de la Revolución Liberal, triunfante en 1893 y que había liquidado a los llamados “30 años de los gobiernos conservadores”, que en realidad eran, virtualmente, la continuación de las políticas de ocupación y colonización española en Nicaragua.
El derrocamiento de Zelaya López y su gobierno se produjo porque desde el comienzo de su gobierno liberal promovió políticas nacionalistas independientes, políticas unionistas centroamericanas (siguiendo los ejemplos de Francisco Morazán, Pedro Molina y otros), políticas de desarrollo capitalista hacia la llamada “modernidad”, promovía políticas de acercamiento con otras potencias extranjeras, especialmente europeas; promovía, por ejemplo el desarrollo del Ferrocarril hacia distintos sitios de la Costa Atlántica, de La Paz Centro hacia Managua, Granada, Masaya, Diriamba, Rivas, Matagalpa y Jinotega, y hacia todos lados; gestionaba la construcción de un Canal Interoceánico por Nicaragua con apoyo inglés (antes de que se construyera el Canal de Panamá) emprendió ordenamiento jurídico civil y penal, elaboró una nueva Constitución progresista llamada “La Libérrima”; promovió ampliamente la producción cafetalera y de otros rubros de exportación; promovía, en resumen, una defensa consecuente de la Soberanía Nacional desde un punto de vista independiente, nacionalista…
Todo lo anterior no era del “agrado” del gobierno criminal norteamericano, expansionista y promotor del “Destino Manifiesto” de “América para los Americanos”, es decir, todo el Continente Americano o Latinoamericano para usufructo directo del gobierno agresor y saqueador de Estados Unidos.
Los aliados locales de los yanquis, que en ese tiempo se reducían a los grandes terratenientes conservadores, de sus empleados en las minas nacionales pero que eran propiedad de funcionarios del gobierno norteamericano saqueador, como el mismísimo Phinlander Knox (Secretario de Estado o ministro de Relaciones Exteriores de Estados Unidos) y de traidores o vendepatrias como Emiliano Chamorro Vargas y Adolfo Díaz Resinos.
Por todo lo anteriormente citado, el gobierno yanqui y sus aliados, traidores locales, promovieron el derrocamiento de Zelaya López, mediante “notas diplomáticas” gringas dirigidas al Embajador de Nicaragua en Washington, y revueltas militares y distintas acciones que los conservadores y los yanquis denominaron “una revolución contra las perturbaciones de Zelaya en Centroamérica” (¿?).
La revuelta planificada, de 1909, comenzó en Bluefields, donde el cónsul o embajador yanqui, Thomas P. Moffat, era el organizador de la conjura militar directa con los traidores. El Ejército del gobierno liberal atrapó a dos mercenarios yanquis cuando colocaban explosivos en dos barcos del Estado o gobierno, anclados en la Bahía de Blufields.
En medio de la revuelta, los dos yanquis entrometidos en asuntos internos, soldados de fortuna, enrolados por dinero en la revuelta de Bluefields, llamados Lee Roy Cannon y Leonard Groce, fueron capturados, enjuiciados en público y fusilados por atentar contra la seguridad del país.
Esos dos yanquis fueron mandados a poner explosivos por el diplomático gringo en Bluefields, y por los traidores. Del fusilamiento se valió como pretexto el gobierno criminal de Estados Unidos, para afirmar que se había “atentado contra ciudadanos e intereses norteamericanos” y por tal caso mandó a conminar a Zelaya para que renunciara.
Como se sabe, poco tiempo después el gobierno genocida norteamericano estableció como políticas oficiales, ante sí, de por sí y para sí, que si un ciudadano norteamericano se ve afectado, como fue el caso de estos criminales Cannon y Groce, el gobierno de Estados Unidos “tiene el derecho” de agredir al país con una invasión y agresión militar, ocuparlo, robarle sus recursos financieros y naturales; y después avanzaron mucho más, pues llegaron a disponer: si nos bajan o nos lesionan un avión, entonces destruimos aeropuertos y ciudades enteras, tal como pudo apreciar el mundo entero cuando bombardeaban criminal y genocidamente ciudades, campos y cultivos de Vietnam, entre 1967 1973.
Continuaron las acusaciones del gobierno de Estados Unidos contra Zelaya. Decían que era el “perturbador de la Paz en Centroamérica”. Mientras tanto, por disposición del Congreso o Asamblea Nacional de Nicaragua, ante la cual había renunciado Zelaya López, “para evitar un derramamiento de sangre de hermanos nicaragüenses”, había asumido la Presidencia del país el doctor José Madriz, liberal, del mismo grupo de la Revolución Liberal del General José Santos Zelaya López.
Los conservadores vendepatrias y traidores, jefeados por Adolfo Díaz Resinos y Emiliano Chamorro Vargas, continuaron la revuelta orquestada por los terratenientes locales y el gobierno yanqui, jefeado por William Howard Taff, presidente de Estados Unidos y Philander Knox, canciller o Secretario de Estado, en contra del gobierno de los liberales.
El doctor Madriz asumió personalmente la Presidencia de Nicaragua y la jefatura del Ejército liberal para defenderse de la revuelta agresora yanqui y conservadora, y ya la estaba venciendo en 1912, cuando Díaz Resinos y Chamorro Vargas (empleados de Knox en minas nacionales del Atlántico) solicitaron oficialmente “apoyo militar” o intervención militar norteamericana.
Casi de inmediato apareció un barco de guerra norteamericano, con centenares de militares de la marinería presidencial yanqui, en la Bahía de Blufields, y en plena comunión con el cónsul norteamericano Moffat, Adolfo Díaz Resinos, Emiliano Chamorro Vargas, los jefes o generales del barco militar invasor mandaron a conminar a las fuerzas militares y autoridades civiles políticas liberales, a que entregaran las armas y de paso emitieron una declaración de guerra de que Bluefields “era neutral”, que nadie podía pelear allí, mientras ellos, los invasores y agresores militares norteamericanos se imponían mediante las armas y las bayonetas, en plena complicidad con los vendidos y traidores.
Mientras tanto, por la misma solicitud de Díaz Resinos y Chamorro Vargas en el Puerto de Corinto (en el Oeste de Nicaragua, en el Océano Pacífico) desembarcaba el barco de guerra USS Anápolis, jefeado por un tal mayor Smedley D. Butler, con su equipo especializado de guerra y agresión militar, llamado chaquetas azules.
Unos pocos días después llegaban otros ocho buques de guerra al mismo Puerto Corinto, identificados como Búffalo, California, Colorado, Cleveland, Denver, Glaciar, Tacoma y el Anápolis, de los cuales, se informó, desembarcaron más tres mil militares de la llamada “Marina de Guerra” de Estados Unidos, todos destinados a sofocar o matar a quienes osaban defender al gobierno liberal nacionalista de Zelaya, legítimamente constituido, pero mandado a derrocar por el gobierno criminal de Estados Unidos.
Estos marinos yanquis agresores y los conservadores se toparon con que había resistencia popular y militar en pueblos de la Ruta del Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua, en Chinandega, León, La Ceiba y La Paz Centro, Nagarote, Mateare, Managua; y, especialmente en Masaya, la Fortaleza de El Coyotepe y la Colina de La Barranca.
Los invasores o agresores militares yanquis se abrieron paso con nutridas balaceras y cañonazos; y llegaron a Managua, ya dijimos, llamados, traídos por los vendepatrias, Adolfo Díaz Resinos y Emiliano Chamorro Vargas. Díaz Resinos era al mismo tiempo antiguo empleado “de confianza plena” en una de las minas locales en el Caribe nicaragüense, era contador de los empresarios y saqueadores gringos en la empresa minera y a la vez los yanquis lo habían puesto como “presidente de la República”, para que cuidara sus intereses relacionados con el saqueo de nuestros recursos naturales y la dominación política y militar en Nicaragua.
Puestos en Managua, los invasores y agresores militares yanquis se pusieron a la cabeza de sus subordinados conservadores, hicieron una sola fuerza militar y se lanzaron de Managua hacia Masaya contra los patriotas que defendían el decoro nacional, jefeados por Benjamín Zeledón Rodríguez.
Defendiendo Masaya, El Coyotepe y La Barranca estaban aproximadamente 600 hombres: artesanos, obreros, algunos profesionales y campesinos, sin entrenamiento militar y con muy pocas armas, con poca capacidad de fuego, consistente en rifles viejos y pistolas también antiguas, jefeados por Benjamín Zeledón Rodríguez. Los marinos yanquis avanzaban, matando seres humanos, fuera de sus fronteras, con cañones, ametralladoras y fusiles automáticos “último modelo”.
Ya en esos momentos, se habían rendido en Granada, “discretamente”, el general Luis Mena y su hijo Daniel Mena, aliados liberales de Zeledón Rodríguez, pero que no le comunicaron nada a Zeledón, a pesar de que estaban distanciados pocos kilómetros entre Masaya y Granada. A Luis Mena no le sirvió de nada rendirse y entregar todas las amas (porque se las pudo enviar a los patriotas del Coyotepe), pues de todas maneras lo torturaron y los yanquis se lo llevaron a los cuarteles que ya tenían mediante ocupación, también militar, en Panamá.
El 2 de octubre, dos días antes de que mataran a Zeledón Rodríguez, el jefe militar de los agresores e invasores yanquis, pretendió la rendición de Zeledón y sus hombres a través de una visita de su suegro, doctor (médico famoso, conservador) Jerónimo Ramírez, quien le llevó el mensaje de que “el mejor camino es la rendición”.
La respuesta de Zeledón fue la misma de días anteriores: “No quiero una paz cobarde para mis hijos y el país. Si no puedo darles una Patria digna y honorable, lo que resta no valdrá la pena de ser vivido. La Honra de Nicaragua, eso es lo que pretendo rescatar”.
Combinados, en plena complicidad para la agresión militar y para matar patriotas, defensores de la Soberanía Nacional, los yanquis y los conservadores avanzaron con su tropa de cinco mil hombres, según relata Hernán Robleto, uno de los ayudantes cercanos de Benjamín Zeledón Rodríguez, y se abrieron paso con el fuego potentísimo de cañones y ametralladoras, contra pocos hombres patriotas, mal armados, hambrientos, con muy pocas municiones, acompañados sólo del convencimiento de que estaban defendiendo la dignidad nacional en contra de los vendidos y traidores de ese momento.
“Se veían las cabezas rubias en compañía de los traidores subiendo El Coyotepe, y sacándonos de allí”, escribió después uno de aquellos soldados patrióticos sobrevivientes de la masacre, orquestada entre agresores yanquis y conservadores vendidos.
Los militares agresores yanquis y sus vendidos en Nicaragua, también se fueron hacia Masaya subidos en el Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua, cuya línea férrea, sus rieles, precisamente, estaban frente al Coyotepe y La Barranca.
Los patriotas fueron, lógicamente, derrotados, porque no pudieron detener y sobrevivir a semejante volumen de fuego, de balazos y cañonazos de los invasores y agresores yanquis más sus peleles conservadores. Los invasores y su claque de traidores saquearon Masaya, mataron a varios centenares de soldados patriotas y gente civil en las calles de la Ciudad de Masaya.
Benjamín Zeledón Rodríguez, mientras tanto, tomó la decisión de irse a juntar con otra parte del ejército de patriotas en Jinotepe. El pensaba que esa parte de su ejército estaba intacta, pero ya la habían masacrado también los invasores gringos con sus secuaces conservadores.
Zeledón Rodríguez se fue cruzando bosques entre Catarina, Niquinohomo y Masatepe, acompañado sólo de sus lugartenientes Francisco Tapia y Emilio Vega. Al llegar a un sitio, identificado como Trapichito, en la Comunidad del Arroyo, se toparon con una patrulla numerosa de yanquis y conservadores. Se entabló un tiroteo rápido en medio del bosque y un zanjón. Zeledón Rodríguez impactó sus balas en uno o dos de los sujetos que les disparaban.
Según relato de Francisco Tapia, sobreviviente del tiroteo, Zeledón Rodríguez se bajó del caballo en que iba montado, para quitar de en medio de un zanjón, un árbol que estaba cruzado. Logró apartarlo, pero cuando iba subiendo por un barranco, para cruzar el abismo, lo alcanzó una bala en la columna vertebral. También había sido baleado mortalmente Emilio Vega.
De acuerdo con Francisco Tapia, al quedar inmovilizado, Zeledón Rodríguez pidió que le dieran un tiro en la cabeza. En vez de ese tiro en la cabeza, sus captores, agresores unos y traidores los otros, prefirieron montarlo en una carreta vieja, encima de la cual lo fueron pateando y humillando hasta hacerlo morir con este suplicio, en Catarina, donde un grupo de patriotas sepultaron el cadáver de Benjamín Zeledón Rodríguez.
Es decir, lo capturaron vivo y después lo asesinaron a patada limpia, en la carreta. De modo parecido mataron a todo el resto de patriotas nicaragüenses.
Vega murió tres horas después. Francisco Tapia logró escabullirse del tiroteo y llegó a Masatepe, de donde se trasladó a Managua.
El cadáver de Zeledón Rodríguez fue visto por Augusto C. Sandino mientras era pateado por los yanquis y los conservadores en las cercanías de Catarina.
De ese modo, a punta de agresión militar gringa, de cañonazos, disparos de ametralladoras y tiros de fusiles automáticos, más el accionar de vendepatrias y traidores, se impuso lo que los yanquis llamaron “la paz en Nicaragua”, mediante la cual impusieron la llamada Restauración conservadora, se apropiaron del Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua, se adueñaron de las Aduanas, de los bancos, impusieron préstamos onerosos, impusieron el Tratado Chamorro-Bryan y se inició la intervención militar permanente desde 1912 a 1926, de 1927 a 1933 y de 1934 hasta el 19 de Julio de 1979, porque Anastasio Somoza García y la Guardia Nacional eran la prolongación de la intervención militar del gobierno criminal de Estados Unidos en Nicaragua.
¡Viva el ejemplo patriótico inmortal, de defensa de la Soberanía Nacional; viva el ejemplo antiintervencionista y antiimperialista de Benjamín Zeledón Rodríguez!
Managua, octubre del 2009.
Pablo E. Barreto Pérez: periodista, editor, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional), Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.
Residente en la Colonia del Periodista No. 97, frente al portón del Parque, en Managua. Teléfonos: 88466187, 88418126 y 22703077.

Biografía breve del General Benjamín Zeledón Rodríguez
Benjamín Zeledón Rodríguez nació el 4 de Octubre de 1879, en La Concordia, Jinotega; y falleció 33 años más tarde, en 1912, en Catarina, Masaya, en la misma fecha de su nacimiento, 4 de Octubre.
Hijo de Marcelino Zeledón Ugarte y de María Salomé Rodríguez, estudió la primaria en Escuela del Maestro Inocencio Aráuz. En 1895, a sus 16 años, lo enviaron a Tegucigalpa, a cursar la secundaria en el Colegio “El Espíritu del Siglo”, dirigido por el Dr. y General Rafael Dávila. En 1899 obtuvo su Bachillerato y ese mismo año inicia su carrera universitaria. En 1900 retornó a Nicaragua, a seguir sus estudios de leyes o abogacía.
Tuvo que impartir clases en una escuela pública y a domicilio en Managua.
El 19 de Mayo de 1903, estalló en Chontales la “revolución” conocida como “Revolución del Lago”, encabezada por el Gral. Emiliano Chamorro, vendepatria y traidor conservador. Zeledón Rodríguez tuvo que incorporarse a la guerra, al lado del Gral. Fernando María Rivas, del bando liberal. Meses más tarde, el 17 de septiembre de 1903, el presidente Zelaya le extiende el título de Doctor en Leyes.
Como profesional del derecho y funcionario público fue Oficial Mayor de la Corte Suprema de Justicia, Juez de Distrito de lo Civil de Managua, Juez del Distrito de Rivas y de 1909 desempeña el cargo de Juez de Distrito de Minas en la Comarca “En Cabo Gracias a Dios”, en el Departamento de Zelaya.
En 1905 se casó con una joven que había sido su alumna en su época de profesor, Ester Ramírez Jerez, con la que procreó 4 hijos. Benjamín, Marco Aurelio, Victoria y Olga.
En 1907 fue Síndico Municipal de Managua y por iniciativa suya, el Municipio de Managua le rindió un homenaje a Rubén Darío, en ocasión de su visita triunfal a Nicaragua.
Este mismo año Zelaya lo nombró Auditor de Guerra. Y en la lucha fratricida de El Salvador y Honduras contra Nicaragua, Zeledón Rodríguez peleó en la Batalla de Namasigüe. En el propio campo de batalla fue ascendido a Coronel del Ejército, en atención a su heroísmo y valentía demostrada.
En 1909 cuando estalla en Bluefields la revuelta conservadora, Zeledón, a sus 30 años, desempeñaba el cargo de Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario ante el gobierno de Guatemala.
Derrocado Zelaya López, en 1910 llega a la Presidencia de Nicaragua el Doctor José Madriz.
Después de fungir como Ministro de la Guerra, Zeledón Rodríguez sustituyó al doctor Madriz en la Corte Internacional Centroamericana, con sede en Cartago, Costa Rica. Cuando el Doctor Madriz deja la Presidencia, Zeledón y toda la intelectualidad liberal parten al exilio, unos a México y otros a Costa Rica. Por consecuencia de la contrarrevolución de 1910, llega a la Presidencia, después de Juan Estrada, Adolfo Díaz Resinos (vende patria y traidor conservador), quien nombró a Ministro de la Guerra al General Luis Mena.
Las contradicciones inter-conservadoras y ciudadanas por los Pactos Dawson y Castrillo-Knox y la entrega de la Aduana y el Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua hacen estallar en 1912 el movimiento libero-conservador conocido como “La Guerra de Mena”.
Zeledón que acababa de regresar del exilio, se unió a Mena y comandó las fuerzas en su calidad de General en Jefe, Zeledón atacó y ganó Tipitapa. Después marchó sobre Managua, pero la llegada de nuevos contingentes de marinos yanquis para el gobierno de Adolfo Díaz Resinos, obligaron a Zeledón a replegarse a Masaya, atrincherándose y presentando resistencia en dicha ciudad desde agosto hasta el 4 de octubre de 1912.
Adolfo Díaz Resinos había obtenido la intervención directa de los Estados Unidos de Norteamérica, cuyo gobierno agresor e intervencionista envió al comandante Butler con 412 marinos, 2600 soldados y 125 oficiales, en 8 buques de guerra que desembarcaron en Corinto el 15 de agosto de 1912.
El Contralmirante W. H. Souterthand estableció su cuartel en Granada y Buttler en Corinto.
Las altaneras notas de Butler, dirigidas al General Zeledón, exigiéndole rendición y vía libre para los trenes entre Corinto y Granada, pasando por El Coyotepe y La Barranca, constituyeron un tremendo ultraje a la Soberanía y Dignidad Nacional. Zeledón respondió con letras de dignidad y patriotismo.
El General Luis Mena claudicó en Granada y fue deportado a Panamá. La resistencia mantuvo al General Zeledón Rodríguez, quien quedó abandonado, sin armas y desinformado. León y Jinotepe cayeron el 3 de Octubre. Masaya cedió sitio y al amanecer del 4 se tomaron el Coyotepe.
Varias son las versiones sobre la muerte del joven abogado y General Zeledón. Unos dicen que cae acribillado por una caballería enemiga que le exigió rendirse, otros afirman que fue herido, capturado y fusilado poco después como reo de guerra.
Se cuenta también que su cadáver fue llevado en carreta y fue hasta amarrado a un caballo y exhibido por las calles y caminos entre Catarina y Niquinohomo.

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