Ha caído otro dictador respaldado por la UE, EEUU, y los medios de comunicación occidentales; el pueblo tunecino durante cinco semanas en que fue reprimido, encarcelado, asesinado y vuelto a asesinar, mostró una determinación y poder que desencadenó los hechos que terminaron con el mandato del tirano, y ya no funcionaron los años de opresión. Una multitud compuesta por hombres, mujeres, niños, ancianos, por proletarios, exigieron el fin del régimen que les oprimía; habían perdido el miedo y ya no aceptaron otra cosa que no fuera la salida de Ben Alí; y el dictador no pudo con el terror que le provocaba la marabunta, con el miedo de sentir la respiración del pueblo tan cerca, tan viva, tan rebelde…
Antes de marcharse prometió el fin de la represión, de su mandato, libertad de expresión, de prensa y política, prometió cambiarlo todo para que todo continuara igual. Pero los 66 mártires, las 66 víctimas mortales de la represión no es un hecho que se puede borrar escasas promesas. Y el pueblo dijo:
"No nos marcharemos hasta que Ben Alí no se vaya".
"moriremos para que la patria viva".
Allí vimos a la clase obrera levantarse y hacerse con el poder -sin banderas religiosas-, la vimos convertirse en el ejemplo para los pueblos africanos y el mundo árabe… De momento queda al frente del estado el ex primer ministro del dictador -Mohammed Ghanoushi-, pero está nervioso, debe de estarlo, porque los tunecinos han descubierto el poder, la dignidad y la revolución..., y puede que termine como su predecesor.
¡Viva la revolución tunecina!
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“El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.”
Comandante Carlos Fonseca Amador.
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