“Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza”…… (Augusto Nicolás Calderón Sandino)


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martes, 18 de mayo de 2010

Incendiarios Arnoldistas Impunes 16 años después. También hubo intento de asesinato. Por Pablo Emilio Barreto



*Recuerdos de dos infamias padecidas por Pablo E. Barreto Pérez
*Incendiarios contaron con apoyo de Arnoldo Alemán y sus hampones.
*Sigue en impunidad quema de casa de Pablo E. Barreto Pérez

El 14 de abril de este 2010 se cumplen 16 años de impunidad por el incendio criminal en la casa del periodista capitalino, Pablo Emilio Barreto P. (Hijo Dilecto de Managua), ocurrida en el kilómetro 11 de la Carretera Sur, ejecutado por 180 matones o mercenarios, jefeados por los delincuentes Frutos Chamorro Argüello, Henry Núñez Abarca y Juan Pablo Rivas Castro, quienes fueron acompañados por la exjueza civil Ruth Chamorro Martínez, quien reivindicó en periódicos y anuncios pagados que ella estuvo presente allí, con la finalidad de ejecutar un desalojo ilegal, abusivo y de características hamponescas.
Sí, han pasado 16 años de impunidad. Los 180 matones, jefeados por los tres sujetos mencionados, llegaron con varios camiones de “Mudanzas Mundiales” y la jueza Chamorro Martínez, al parecer con intenciones, inclusive, de saquear los seis apartamentos del kilómetro 11 Sur, donde la resistencia al desalojo se les había complicado a los jueces venales y al entonces Alcalde corrupto y ladrón, Arnoldo Alemán Lacayo, quien en ese momento estaba afanado en desmantelar empresas de la Alcaldía de Managua y en despojar de lotes y casas a miles de pobladores beneficiados por las Leyes 85 y 86.
Tenían, por supuesto, una misión específica: prenderle fuego al Apartamento No. 1, donde residía con su familia Pablo Emilio Barreto Pérez, porque este conocido reportero, editor, escritor y fotógrafo capitalino venía luchando desde las páginas del Diario BARRICADA en contra de los desalojos vecinales y de tierras, promovidos contra casi 300,000 familias pobres por somocistas confiscados, el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro y Arnoldo Alemán Lacayo, quien después se convertiría, lamentablemente, en presidente de Nicaragua y en uno de los más connotados ladrones del país.
Los 180 matones (la mayoría del Municipio de Ticuantepe) contratados por Chamorro Argüello, Núñez Abarca y Juan Pablo Rivas Castro, rociaron con gasolina el interior del Apartamento No. 1, prendieron fuego, e iniciaron el saqueo planificado de los Apartamentos Argüello.
El incendio criminal, con combustible, explotó por el lado de la cocina, por donde fue necesario lanzar por encima de una malla a Sofana Barreto Barrera, la hija menor de Pablo E. Barreto P., la cual tenía apenas ocho meses en ese momento, para que no fuese devorada por las llamas.
El Apartamento No. 1 fue consumido por el fuego en pocos minutos. Se quemó todo, incluyendo alrededor de 2,000 libros y revistas, ropa, camas, muebles, utensilios de cocina, refrigeradora, televisor, grabadoras, cámaras fotográficas y cinematográficas, todo lo cual sumó casi 150 mil córdobas, sin incluir el valor del apartamento dejado en cenizas por los incendiarios, quienes fueron defendidos hasta las “últimas consecuencias” por la jueza Ruth Chamorro Martínez, cuya destitución fue solicitada por decenas de miles de pobladores, abogados, periodistas e intelectuales, pero estas demandas no fueron escuchadas en ese momento por el Tribunal de Apelaciones y la Corte Suprema de Justicia.
En esos días se informó que Arnoldo Alemán Lacayo presuntamente se reunió con jueces civiles para ejecutar el desalojo de Pablo Emilio Barreto P., en represalia porque el periodista y ahora también Orden Independencia Cultural Rubén Darío, andaba defendiendo a otros desalojados o amenazados con desalojos. Poco después, Alemán Lacayo le mandó a derrumbar con tractores una casa que Pablo E. Barreto estaba edificando en un solar o terreno del Reparto Las Brisas, el cual asimismo fue robado por un vecino y un abogado capitalino.
Capturados con bombas “molotov”48 de los 180 matones fueron capturados por la Policía Nacional en el sitio del incendio criminal, donde les decomisaron “bombas molotov”, pistolas, cuchillos, machetes, varillas metálicas, garrotes y navajas, instrumentos que les fueron suministrados por sus contratistas jefes de la agresión incendiaria: Frutos Chamorro Argüello, Henry Núñez Abarca y Juan Pablo Rivas Castro, quienes no cayeron presos nunca, no fueron condenados como mandan las leyes penales del país, a pesar del rosario de delitos cometidos por ellos, entre otros: incendio provocado, intento de asesinato, exposición de personas al peligro, alteración al Orden Público, asociación ilícita para delinquir, invasión de domicilios privados, etc., más las denuncias formales de la Policía Nacional, de procuradores penales de Managua y de los vecinos de los seis Apartamentos Argüello, incluyendo los dos afectados directos Pablo Emilio Barreto Pérez, cuyo Apartamento No. 1 quedó quemado totalmente; y Julio Toribio Díaz, cuyo Apartamento No. 2 quedó incinerado parcialmente.
Mientras prendían fuego al Apartamento No. 1, Henry Núñez Abarca y Juan Pablo Rivas Castro, con armas de fuego y portando galones de combustible en las manos en el patio frontal de los Apartamentos y dentro del Apartamento No. 1, gritaban: “!Busquen a Pablo Emilio Barreto…ahora lo vamos a quemar vivo a este hijueputa… mucho jode defendiendo a piñateros de casas y lotes desde BARRICADA”, según los relatos personales de Marcia Cabrera Lacayo, la doctora Dinorah Parrales, Cecilia García, Julio Toribio Díaz y Juan Pablo Hernández, ante la Policía Nacional y la doctora Rosario Altamirano, Jueza Sexto de Distrito del Crimen de Managua.
La Dirección de Bomberos del Ministerio de Gobernación, el Laboratorio de Criminalística de la Policía Nacional y un equipo de investigadores de la Estación III de la Policía, demostraron que la pandilla de 180 matones incendiarios, jefeados por Chamorro Argüello, Núñez Abarca y Rivas Castro, usaron gasolina en el interior del Apartamento No. 1, para prenderle fuego y, además, al ser sorprendidos por patrullas policiales en un patio colindante, al Norte del mismo Apartamento 1, les decomisaron varias botellas con combustible o “bombas molotov”, parte de las cuales también usaron para ocasionar el incendio criminal.
Además de los habitantes de los Apartamentos Argüello, numerosos vecinos de los alrededores también emitieron declaraciones testificales ante los investigadores de la Policía Nacional, la Procuraduría de Justicia y la jueza Rosario Altamirano, entre otros Carlos Sáenz Belanger, quien asimismo confirmó en su declaración que vio a los incendiarios criminales portando galones con combustible y cuando extraían muebles del Apartamento No. 1, donde vivían Barreto Pérez y su familia, y describió sobre cómo llegaron los 180 matones a los Apartamentos Argüello con camiones de “Mudanza Mundiales” y equipos sofisticados de comunicaciones radiales.
Barreto Pérez no estaba en los Apartamentos. Su compañera y esposa Anabelle Barrera Argueta les hizo frente a los maleantes y se abrió paso en medio de ellos hacia el patio frontal en compañía de su madre Ercilia Argueta Cruz y de Marcia Cabrera Lacayo, quien fungía como trabajadora doméstica en el Apartamento No. 1.
Incendiarios huyen. 48 de ellos, capturados
Los 180 incendiarios criminales retrocedieron llenos de pánico al escuchar una ráfaga de tiros de fusil al aire, que alguien disparó desde uno de los Apartamentos, ubicado en el lado Sur.
Este incidente inesperado hizo que los 180 matones se desbandaran hacia los lados Norte, Este y Oeste, en el precioso momento en que llegaban varias patrullas motorizadas de la Estación III de la Policía Nacional, las cuales lograron capturar a 48 de los participantes en el incendio criminal.
El resto se fugaron (¿cómo lograron fugarse?, pues estaban enfrente, en la entrada, en la orilla de la Carretera Sur), incluyendo los jefes criminales: Frutos Chamorro Argüello, Henry Núñez Abarca, Juan Pablo Rivas Castro y la mismísima jueza Ruth Chamorro Martínez, quien no acudió a la Policía para ejecutar el desalojo, como mandan las leyes nacionales, sino a los 180 matones contratados por los tres maleantes mencionados.
Algunos vecinos de los alrededores informaron que este resto de maleantes se fugaron mediante los callejones existentes al Oeste de los Apartamentos, y que conducen hacia caminos de la Comarca San José de la Cañada.
En el Juzgado Sexto de Distrito del Crimen de Managua, cuya titular era la doctora Rosario Altamirano, se introdujo una avalancha de acusaciones contra estos incendiarios criminales, incluyendo todo el historial desde cuando comenzaron sus agresiones armadas, invasiones de domicilios y hasta planes de asesinatos contra los vecinos Wilmar Suárez, Julio Toribio Díaz, Juan Pablo Hernández y Jaime Aguilar Pacheco, por cuya eliminación ofrecieron 40,000 dólares, 10,000 dólares por matar a cada uno de ellos.
Hubo más de 60 declaraciones testimoniales y acusatorias, incluyendo la acusación formal presentada por la doctor Dinorah Parrales, en representación de todos los habitantes de los seis Apartamentos Argüello. Ante la jueza Altamirano también emitió su declaración el jefe de la Estación III de la Policía, Comisionado Ernesto “Tito” Zamora, quien reiteró, reafirmó, que la jueza Ruth Chamorro Martínez no solicitó apoyo policial para ir a efectuar este desalojo criminal, convertido en incendio e intento de asesinato contra Pablo E. Barreto Pérez.
Avalancha de acusaciones
Es bueno repetir: fue una avalancha de acusaciones contra los incendiarios tanto en los juzgados; como fueron también por centenares las acusaciones hechas por ciudadanos de Managua y de fuera de Managua en medios de comunicación sandinistas y de derecha, incluyendo señalamientos de abogados, otros jueces, periodistas, diputados de la Asamblea Nacional, dirigentes comunales, la Bancada de Diputados Sandinistas, todos los cuales pidieron a la Corte Suprema de Justicia que destituyera a la jueza Ruth Chamorro Martínez.
El juicio criminal continuó. La jueza Ruth Chamorro Martínez justificó, en anuncios pagados en periódicos locales, su acción pandillesca en combinación criminal con 180 matones, jefeados por Frutos Chamorro Argüello, quien, mientras andaba prófugo, dio el lujo de mandar cartas a directores de medios de comunicación afirmando que si era necesario volvería a quemar los Apartamentos, porque según él era el dueño o “heredero” de esos Apartamentos, ubicados en el Kilómetro Once de la Carretera Sur.
Los meses pasaron. Los incendiarios principales no fueron capturados por la Policía Nacional, a pesar del exhorto nacional y de que, se afirmaba en público y en privado, que los tres principales criminales pirómanos estaban escondidos en la casa de Frutos Chamorro Argüello, ubicada en el lujoso Reparto Las Colinas, al Oriente de Managua.
Movida” asquerosa
Y casi al cumplir el año de ocurrido el incendio criminal, se dio la primera “movida” sucia, asquerosa, en el Tribunal de Apelaciones de Managua, donde dieron lugar a una solicitud de amparo y “fianza” para los criminales prófugos, a lo cual se opuso el Magistrado sandinista Armengol Cuadra. Fue el único que se opuso, ¿por qué? ¿Hubo dinero de por medio?
Poco tiempo después, estos mismos magistrados sucios, excluido Armengol Cuadra, declararon “nulo” el juicio a estos criminales incendiarios, que además, tenían también planeado ejecutar asesinatos, según se desprende de las mismas denuncias en varios juzgados del Crimen de Managua.
Lo feo, feisímo, de este juicio sin conclusión alguna no paró ahí, pues a la doctora Dinorah Parrales y a nosotros no nos valió de anda todos los alegatos presentados en contra de estas arbitrariedades sucias, porque al parecer ya tenían una decisión tomada, para proteger a estos maleantes, amigos de don Arnoldo Alemán Lacayo.
La doctora Parrales introdujo un escrito de casación (en 1996) ante la Corte Suprema de Justicia, para que se la diera continuidad al juicio criminal a estos maleantes llamados Frutos Chamorro Argüello, Henry Núñez Abarca y Juan Pablo Rivas Castro, quienes siguen impunes por este crimen, no cayeron presos ni un solo día, y se burlaron de la mayoría de nicaragüenses que esperaban se hicieran justicia ante tan escandalosa acción incendiaria en los Apartamentos Argüello, donde, de no haber sido por los disparos al aire, estos 180 matones posiblemente hubieran quemado todos los seis Apartamentos, se hubieran robado todo lo que allí había y tal vez hubiesen matado a cualquiera de los vecinos.
La jueza Ruth Chamorro Martínez también quedó en la impunidad total.
Barreto preso por quema de la Alcaldía de Managua
Es oportuno recordar también ahora que Pablo E. Barreto Pérez fue hecho prisionero en noviembre de 1991 por órdenes de Arnoldo Alemán Lacayo, quien aseguró que hasta tenía vídeos o filmaciones que probaban que el periodista Barreto Pérez había participado en la quema de la Alcaldía de Managua, específicamente en el Plantel de Recolección de la Basura, llamado “Los Cocos”.
Barreto Pérez no estuvo ni en los alrededores de la Alcaldía ese 10 de noviembre de 1991, día en que fue quemada la Alcaldía de Managua, pero lo mandaron a traer preso por órdenes de Alemán Lacayo. Barreto Pérez probó que estaba escribiendo, en la Redacción del Diario BARRICADA, una página bajo su responsabilidad que se titulaba LA CAPITAL. Sin embargo, lo metieron preso.
Inclusive, uno de los acusadores falsarios de Barreto Pérez fue un concejal socialcristiano en esos momentos, quien hasta escribió un libro sobre estos sucesos, en el cual describe falsariamente cómo Barreto presuntamente jefeaba al grupo de incendiarios que también llegó a prender fuego al “Edificio H”, sitio en que estaba ubicada la oficina del entonces Alcalde Arnoldo Alemán Lacayo, quien, precisamente, inició su carrera de robos imparables en la Comuna capitalina.
Falsedades para formular acusaciones
Fueron de tal envergadura las falsedades de este concejal socialcristiano vendido a Alemán Lacayo, que hasta dijo Pablo Emilio Barreto Pérez lo había llamado por teléfono mientras iba conduciendo a los incendiarios dentro de la Alcaldía, y que él (ese concejal tránsfuga) lo había visto a la cabeza de los pirómanos frente a los edificios incendiados, incluyendo el Edificio “H”.
En cambio, Barreto Pérez demostró ante las autoridades superiores de la Policía Nacional que estaba, precisamente al momento en que le pegaban fuego a la Alcaldía de Managua, escribiendo y editando su Página LA CAPITAL, la cual era dedicada en BARRICADA al quehacer cotidiano de los managuas.
Los otros 11 acusados por la quema de la Alcaldía de Managua, más Barreto Pérez, salieron libres por amnistía el 23 de diciembre de 1991.
Barreto Pérez está terminando de escribir un libro sobre estos dos sucesos conmovedores, por uno de los cuales, en el caso de las acusaciones falsas por la quema de la Alcaldía de Managua, Alemán Lacayo tampoco ha pagado, pues inclusive, poco después, le mandó a desbaratar con tractores, la casa que Barreto edificaba en un terrenito o solar en el Reparto Las Brisas, situado al Oeste capitalino.
En este libro se cuenta al detalle cómo el concejal socialcristiano vendido hasta escribió un libro en que cuentan todas estas falsedades para acusar a Barreto Pérez en la Policía Nacional. Este libro está en el Centro de Documentación del Departamento de Patrimonio Histórico Municipal de la Comuna capitalina.

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