Desde que Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (Maquiavelo), planteara la necesaria división de iglesia estado, lo que le valió el ataque permanente de la iglesia al punto que hoy su nombre ha adquirido connotaciones negativas, se ha producido una intensa lucha entre dos posturas opuestas, unos que creen y defienden que debe de pervivir esa influencia en todas las esferas de la organización social, que por lo demás, ha sido parte integral de algunas “democracias” y regímenes detestables -nacionalcatolicismo franquista, el fascismo de Mussolini o Pinochet, el somocismo en Nicaragua e incluso el nazismo de Hitler- que han visto en la religión un modo de persuasión, alienación, y coerción de la voluntad colectiva para el control de las masas. El otro grupo los conformamos quienes defendemos que su influencia y la iglesia misma, o cualquier otra religión, deben de ser totalmente removida de las estructuras del estado, en ese sentido tampoco deben de disfrutar de beneficios del mismo, pues en última instancias se trata de organizaciones dogmaticas al servicio de objetivos y estructuras políticas reconocibles.
En el marco actual, los grupos religiosos se han desarrollado hacia la dominación de la política, de las leyes y del estado, y su objetivo último es la imposición –mediante los medios establecidos- de sus propios dogmas; estas organizaciones tratan por las vías que le permite al sistema establecer un sistema de leyes que les permita crear una sociedad encorsetada por las doctrinas que les arrojan la lectura de lo “sagrado”, y cuyo objetivo último es imponerlo sobre el mosaico social de realidades; un hecho especialmente peligroso en EEUU –pero que no deja exenta a ninguna nación- en donde esa toma de lo político por parte de estas corrientes retardatarias han culminado con la justificación de guerras, coartación de derecho, etc. -obsérvese el comportamiento cuasi fascista de estos grupos-; pero en modo alguno su enemigo es sólo el pensamiento crítico y las conquistas social, sino que se ocupan especialmente del ataque a la ciencia, de hecho han creado un falso debate –inexistente en las esferas científicas- cuyo público receptor u objetivo es el ciudadano común pues al hegemonizarlo les permite el bloqueo de investigaciones necesarias, es el caso de lo referente a las células madres, y otras iniciativas de leyes y derechos que consideran “pecado”…
En ese sentido, cada estado, cada sociedad y ciudadano, debe buscar el laicismo efectivo como única vía de mantener y conquistar derechos para las mayorías y las minorías discriminadas, evitando que los “pecados” concebidos en el seno de lo gnóstico se conviertan en leyes para todos; dejando la práctica religiosa acotada a la individualidad y a los centros de cultos destinados al fin…, y evitar se erijan en sensores morales sociales… No olvidemos que la última vez que lo hicieron crearon ese instrumento macabro de exterminio de masas, del pensamiento y de lo diferente -La Inquisición-; y la verdad es que su pensamiento no ha experimentado muchos cambios desde entonces…
Observemos que la percepción del bien y el mal es relativa, condicionadas por las características culturales –también religiosas- de cada sujeto, y claro está, del entorno, por ello, el principio fundamental que domine las relaciones de los diversos sectores del engranaje social debe ser la garantía del libre pensamiento y autodeterminación de cada sujeto y grupo social; de hecho ésta debe funcionar como la garantía última de la pluralidad del pensamiento, especialmente en peligro cuando se trata de imponer principios religiosos irracionales al universo social.
PLOMO.
Inteligente, acertado y oportuno post el que has publicado, compañero Pedro. Hay material en video suficiente para desvelar o recordar las alianzas de las jerarquías católicas con los más abominables regímenes fascistas o fascistoides a lo largo del pasado siglo.
ResponderEliminarlaimprentadefar.blogspot.com migró a cosmogundemaro.blogspot.com
Saludos desde Andalucía.