Creo que los debates sobre la “memoria” con todas sus consecuencias, requieren ser comprendidos en un marco mucho más amplio que el que podía ser la República, la guerra o tal o cual episodio. Se trata de un debate de aquí y ahora, y por la tanto, por más que estemos hablando de Paracuellos, por citar un ejemplo, lo estamos haciendo de cara al presente, como parte del “juego” político actual en el que el “nuevo régimen” que se había acabado imponiendo como una componenda entre los “reformistas” del franquismo, y los grandes partidos y sindicatos antifranquistas, comienza a hacer aguas…
Es por lo tanto un debate que, por más que regrese al pasado para analizarlo y comprenderlo mejor, su principal sentido radica en cargar de razones a como con esta componenda se habían solventado unas cuentas del pasado que todavía seguían vivas. Unas cuentas que someramente podrían enumerarse así: 300.000 denunciados, 60.000 ejecutaos en la postguerra, 400.000 encarcelados, tres millones de fichados, unos 130.000 desaparecidos, y la lista sigue. Y seguirá, porque han tenido que pasar tres décadas desde las conquistas de las libertades para poder hablar de todo esto y de muchos más. Por ejemplo: de la actuación del ejército “africanista” en Marruecos, de la utilización de las “tropas moras” contra la República, del rapto masivo de niños, del robo “manu militari” de los bienes republicanos, etcétera, etcétera.
Ya lo dijo muy bien José Martínez, el “alma mater” de Ruedo Ibérico, la revista y plataforma editorial del exilio, y la más importante de toda la historia de este país de países…Todavía quedaba la última batalla de la guerra, la más importante de todas las posibles, la de las “interpretaciones”. Aquí, dicha batalla es –probablemente- la más importante de todas las conocidas en cualquier otro lugar…
No parece que existan muchos países en el que el pueblo y las ideas de la Ilustración (la democracia, el humanismo, el pensamiento crítico, el socialismo y la igualdad, todo ello encarnado primordialmente por el movimiento obrero), hayan sufrido una derrota tan devastadora. Por supuesto, la de guerra y la postguerra, pero también la que siguió a la II Guerra Mundial, cuando las “democracias” (Gran Bretaña y USA), “votaron” por la continuidad del franquismo. Cuando se dice que la Constitución y el nuevo régimen no salieron del 36, es cierto: habían cambiado demasiadas cosas. El franquismo había perdido la mayor parte de su base social, la izquierda estaba –entonces- a la ofensiva…Sin embargo, desde si que salieron de 1939, la sombra del ejército y de los cuerpos represivos era todavía demasiado sórdida y alargada, funcionó aquello de la espada de Damocles, y ahí estuvo el 23-f para recordarlo.
Pocos golpes de estado fracasados dieron tan buenos resultados.
La derecha fue la gran victoriosa de la Transición: entró con la “nuestra” (el reconocimiento de la libertad, la amnistía y las autonomías), para salir con la “suya”. Las libertades quedaron enmarcadas en una Constitución que convertía al monarca en jefe de los ejércitos pro encima del parlamento; la amnistía –también- se extendió a todas sus responsabilidades (incluyendo las más apartadas, así por ejemplo fueron amnistiados hasta los especuladores que se habían enriquecido con las “urbanizaciones” ilegales), y las autonomías fueron diluidas con el regionalismo, y con los recortes tipo LOAPA…La movilización popular fue desactivada (sobre todo por el PCE-PSUC), y encauzada hacia un bipartidismo a la americana…
Dentro de este nuevo orden, la (nueva) izquierda podía llegar al poder, incluso arrasando en las urnas, pero solamente podía gobernar gestionando lo que no podía gestionar la derecha. Resulta harto simbólico que la llegada al poder del PSOE sea coincidente con el “irresistible ascenso” del neoliberalismo que aquí sería coronado con sus interpretaciones provenientes de la derecha, y las izquierda institucional que dictaminó que la resistencia y las movilizaciones correspondían a la época anterior, mientas que ahora todo sería posible gradualmente a través de las instituciones y de de la integración a una Europa vista todavía con las gafas del “Estado social”.
Así, al gran miedo a los espadones (durante el 23-F fue muchísima la gente que se quitó de en medio), había que sumarle la recuperación de la iniciativa por parte de la derecha “reformista” (la izquierda podía jugar…pero en el campo de la derecha), más la gran victoria internacional del “mundo libre” contra el “totalitarismo”, o sea contra el “comunismo”…Este derrota tendrá su colofón en el referéndum de la OTAN…el camino que hay entre el No inicial del PSOE y el sí ulterior (con la amenaza nada velada por parte de Felipe de que, de triunfar el No, los que ganaran tendrían que gestionar un país con más ruidos de sables)…
Esta dinámica se llevará por delante a buena parte del antifranquismo; desaparecerán las importantes formaciones de orígenes maoístas (dinamitadas además con la caída bufa de la llamada “banda de los cuatro” en una China en la que la se demostraba que la llamada “revolución cultural” había sido cualquier cosa menos eso), se descompondrán el PCE y el PSUC, Comisiones Obreras dejará de ser una “correa de transmisión” del “partido” para…convertirse en la que ya estaba siendo la UGT, una institución más ligada al Estado que a los trabajadores...Esta suma de desastres acabarán afectando duramente al pueblo de izquierdas, y con él a las diversas izquierdas radicales condenadas nuevamente a la marginalización.
Todo este cuadro resultaría incompleto sin tener en cuenta al menos dos factores más, uno fue un horizonte social en el que la Europa del Bienestar apareció como una opción atractiva y razonable frente a cualquier veleidad revolucionaria, algo que a la mayoría legó a parecer una “quimera” que podía llevarnos a lo peor…Otro fue el reciclado de una gran parte de los cuadros del antifranquismo (comenzando por los PNN, por los que además de correr delante de la policía tenían una carrera universitaria), de todos aquellos que “sacaría partido” de la clandestinidad, vista y justificada como una escuela que, si bien no había servido para hacer la revolución, sí que podía servir para encontrar su lugar al sol de una democracia justificada a la manera cínica, era el peor de los regímenes exceptuando todos los demás.
En este contexto, a mucha gente le pareció que ya estaba bien de tanta “pasión” y “crispaciones” reivindicativas y “existencialistas”, y que lo que se trataba ahora era de vivir bien que son cuatro días.
Será en este cuadro donde se desarrollará una nueva historia oficial que ahora comienza ser cuestionada en sus diferentes vertientes…
Tomado de Kaosenlared.
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“El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.”
Comandante Carlos Fonseca Amador.
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