Por Carlos Daniel Sequeira.
Esta pretendía ser una carta a los más jóvenes, pero recordé que no soy tan viejo, un recordatorio para aquellos que son contemporáneos, pero me percaté que algunos conocen más que yo, un refrescamiento para los viejos, pero recordé que no aprenden nuevas mañas y que más sabe el diablo, por viejo que por diablo.
La historia de mi país tiene un pasaje oscuro y perturbador para la generación que nació durante los ochenta, es a la que pertenezco, germinamos bajo la incertidumbre de un país en guerra, nos toco una infancia y juventud en un país que se vendía a trozos, al mejor postor en el mercado internacional, con el visto bueno de la derecha criolla.
Cuando estaba en cuarto grado me pidieron llevar una lectura copiada en mi cuaderno, inocentemente copié algo de una revista sandinista de los ochenta, a pesar de lo bien hecha y mi evidente avance en la escritura la nota fue cero, cuando pregunté a mi mamá el por qué, solo atinó a decirme que había gente que quería borrar la historia, años después, ya acuerpado por una cámara, un micrófono y con Daniel en el poder volví a encontrarme un día de tantos con la maestra, no tuvo más que bajar su mirada, los sandinistas estábamos aun vivos y con muy buena salud.
Recuerdo muchas veces al caminar por la calles tenía que soportar epítetos como perro, ladrón, moclín*, parasito, hijueputa, todos ellos antecedidos por la palabra sandinista y culminada la frase con más maldiciones que la imaginables, muchos de los emisores de estos insultos hoy llevan puesta una camiseta con el nombre de Daniel, yo les llamo compañeros, porque el sandinismo me enseño a perdonar.
Esta pretendía ser una carta a los más jóvenes, pero recordé que no soy tan viejo, un recordatorio para aquellos que son contemporáneos, pero me percaté que algunos conocen más que yo, un refrescamiento para los viejos, pero recordé que no aprenden nuevas mañas y que más sabe el diablo, por viejo que por diablo.
La historia de mi país tiene un pasaje oscuro y perturbador para la generación que nació durante los ochenta, es a la que pertenezco, germinamos bajo la incertidumbre de un país en guerra, nos toco una infancia y juventud en un país que se vendía a trozos, al mejor postor en el mercado internacional, con el visto bueno de la derecha criolla.
Cuando estaba en cuarto grado me pidieron llevar una lectura copiada en mi cuaderno, inocentemente copié algo de una revista sandinista de los ochenta, a pesar de lo bien hecha y mi evidente avance en la escritura la nota fue cero, cuando pregunté a mi mamá el por qué, solo atinó a decirme que había gente que quería borrar la historia, años después, ya acuerpado por una cámara, un micrófono y con Daniel en el poder volví a encontrarme un día de tantos con la maestra, no tuvo más que bajar su mirada, los sandinistas estábamos aun vivos y con muy buena salud.
Recuerdo muchas veces al caminar por la calles tenía que soportar epítetos como perro, ladrón, moclín*, parasito, hijueputa, todos ellos antecedidos por la palabra sandinista y culminada la frase con más maldiciones que la imaginables, muchos de los emisores de estos insultos hoy llevan puesta una camiseta con el nombre de Daniel, yo les llamo compañeros, porque el sandinismo me enseño a perdonar.
---------------------------------------------------------
Apunte:
*En el vocabulario nicaragüense, la palabra hace referencia a aquella persona con actitud y tendencia pederasta, aunque también se utiliza para referirse al que practica Voyeurismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
“El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.”
Comandante Carlos Fonseca Amador.
*Tus comentario son bienvenidos –todos-, solo pedimos que mantengas el respeto…