viernes, 12 de agosto de 2011

Homofobia en una “carta de amor”…



Asistimos sistemáticamente al desprecio que la clase opositora tiene por los humildes –es una visión generalística-, aún así, no me deja de sorprender la facilidad con la que el candidato del “conceso” derechista, Fabio Gadea, agrede la inteligencia de los/as nicaragüense, más aún, la facilidad con la que emite juicios absolutamente clasistas y discriminadores contra los empobrecidos, contra los humildes y en éste caso, contra las minorías sexuales que son los discriminados entre los discriminados… Juicios que pretende disfrazar de valores morales, cuando en realidad se trata de la utilización de dogmas con el objeto de llegar al electorado que se encuentra encorsetado por los preceptos religiosos… No puedo sino despreciar su “CARTA DE AMOR A NICARAGUA”…, que resulta en un ideario cuyo final sólo ha sido postergado gracias a la irresponsabilidad manifiesta de sujetos con una pobre comprensión de la naturaleza humana…, como es el caso del sujeto…

En ese intento desesperado por mejorar su intención de voto, no duda en recurrir a elementos religiosos patriarcales –“(…) Dios creó al hombre y le puso por compañera a la mujer. No está bien que el hombre esté solo, dijo Dios, y de una costilla de Adán creó a la mujer. Desde entonces el hombre busca a la mujer como el complemento ideal para formar con ella una familia, y procrear (...)”- que resultan en una obtusa defensa de elementos que denigran y discriminan a una condición de la naturaleza humana -condición porque nadie elige ser hombre mujer u homosexual, sino que se nace siendo- y una violación elemental de los principios de igualdad recogidos en la Carta Magna de la nación que pretende gobernar:

ARTÍCULO 27.- Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección. No habrá discriminación por motivos de nacimiento, nacionalidad, credo político, raza, sexo, idioma, religión, opinión, origen, posición económica o condición social. Los extranjeros tienen los mismos deberes y derechos que los nicaragüenses, con la excepción de los derechos políticos y los que establezcan las leyes; no pueden intervenir en los asuntos políticos del país. El Estado respeta y garantiza los derechos reconocidos en la presente Constitución a todas las personas que se encuentren en su territorio y estén sujetas a su jurisdicción.


Lo ridículo es que procurando parecer ducho o conocedor de los elementos que hacen que aflore esa condición, cae en afirmaciones que ni la ciencia médica ha podido dilucidar a la fecha, cayendo en el facilismo de fanáticos religiosos involucrados en la pretensión de querer o pretender curar –como si de una patología se tratara- la condición en cuestión, que es precisamente como querer curar a un indígena, mestizo o caucásico de serlo… Pero su homofobia alcanza dimensiones colosales cuando en un alarde que resulta de la mezcla de estupidez, atrevimiento e ignorancia, afirma:


“(…) Lo lamentable es que muchos hombres afeminados se sientan orgullosos de ello, busquen pareja de su misma especie, pretendan crear hijos y por último legalizar esa aberración para tener los mismos derechos que tiene cualquier familia compuesta por un varón y una mujer(…) Argentina, el gran país del sur, acaba de sufrir la vergüenza. Su congreso aprobó, en horas de la madrugada, como a escondidas y por cansancio, la ley del matrimonio igualitario, que permite el casamiento gay, la unión legal entre hombre y hombre o mujer y mujer (…)”


Su exposición extraída de algunos siglos atrás -de la época en que Torquemada era casi un dios y los pensadores quemados en la hoguera-, no concluye en estos retazos que le he posteado a pesar de que me resultan vomitivos…; así este solo es un complemento del anciano candidato… a aquella líneas en que recuerda con nostalgia la época en que el pueblo nicaragüense estaba subyugado a los intereses de los explotadores e imperialistas, hoy va un poco más allá y nos revela su verdadera naturaleza homofóbica…


Comité de Solidaridad Sandinista.
PLOMO




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Comandante Carlos Fonseca Amador.

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