Por Pedro José Madrigal Reyes.

Tras lo ocurrido en Egipto, debemos profundizar un poco en el análisis de los hechos, atendiendo a la determinación mostrada por el pueblo que ha permanecido movilizado hasta que se hizo efectiva la caída del dictador que les ha sometido y convertido en una sociedad desigual, gracias a las políticas neoliberales; sin olvidar que su administración funcionó como una de las piezas fundamentales del imperialismo norteamericano, el injerencismo europeo y la impunidad del estado judío. Ante la coyuntura actual, resulta aventurado afirmar que en el país del Nilo se ha producido una revolución. Atendiendo al hecho de que el dictador fue depuesto en circunstancias excepcionales, su relevo, el modo en que se ha producido, ese abandono del poder y el resultado del mismo, invitan a pensar que el proceso ocurrido tras la cortina se ajusta más a un golpe de estado..., a un plan diseñado al efecto, que al resultado de una revolución…

Recordemos que esta “revolución” haya su origen en el ejemplo inmediato de Túnez –en donde el poder sigue en manos de los emisarios del neoliberalismo que han empobrecido a las masas-; sin embargo, en el caso egipcio encontramos circunstancias apremiantes que pudieron haber condicionado el desarrollo de los hecho. Hosni, por causas que dependen de la naturaleza, requería ser relevado para que Egipto continúe formando parte de las piezas fundamentales en las que se apoyan las políticas militares, económicas de EEUU y la UE; así como el respaldo absoluto al estado sionista –el Egipto de Mubarak fue el primer estado árabe que reconoció al estado Judío, en medio de la precaria situación palestina-; esos mismos estados que antes respaldaban a Hosni Mubarak, son los que hoy han conseguido que un sucesor salido de las mismas esferas de poder –cuerpos castrenses en los que cimentó el poder; los mismo que faltaron a su deber cuando permitieron que el régimen utilizara al lumpenproletariado¹ para neutralizar a los insumisos- que han permitido y funcionado como la base fundamental en la que se apoyó el régimen del sátrapa, detente el poder para que las cosas sigan como hasta ahora, o lo que es lo mismo, en Egipto hoy, sólo se pude hablar del cambio del sujeto que representa al viejo sistema. Lo descrito, podría ser meramente especulativo, pero cobra una mayor dimensión cuando encontramos a los medios de comunicación masivo, a los aparato de propaganda de EEUU y la UE, y grupos de intereses; uniéndose en una condena unánime en contra del que hasta hace muy poco no era más que un servil aliado, y arropando al sucesor.

En ese sentido, hay preguntas que deben de ser respondidas desde el pensamiento crítico: ¿como un pueblo sumido en la pobreza, en donde la mitad de la población vive con menos de un dólar al día –origen de la revuelta según los medios-, puede organizarse a través de redes sociales -como comentan los "analistas" de los medios de comunicación-? ¿Nos encontramos ante un movimiento diseñado desde el extranjero para cambiar de títere –en el caso de las revueltas iraníes había mensajes de convocatoria que se emitían desde Israel-? ¿Por qué recuerda tanto a las revoluciones de colores ocurridas en el este europeo, con resultados similar? ¿Por qué se parece tanto al Modus operandi de los ultraderechistas de OTPOR?

En todo caso la apuesta a aprovechar las convulsione populares, o convulsionar al pueblo para obtener objetivos es una apuesta arriesgada; pues cuando un pueblo saborea la esencia de las luchas de clases, pierde la inocencia, para convertirse en un poderoso poder latente, presto a defender sus legítimos y elementales derechos soberanos en cualquier momento… Además del previsible efecto dominó que puede convulsionar al mundo árabe dependiente y sumiso a la dictadura del capitalismo global.

De momentos nos encontramos que en el estado Egipcio el sistema no se ha hundido, el país sigue inmerso e inscrito en el capitalismo dependiente y en el dispositivo geoestratégico de control de las “democracias occidentales” del Oriente Medio. En donde la defensa de la "superlegalidad²", es la garantía de la continuación de Mubarak sin Mubarak o de Ben Alí sin Ben Alí en Túnez. Sin embargo la llama de la lucha se ha agitado en una de las zonas más inestable del planeta…, y amenaza con alcanzar a todo el mundo árabe… 

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¹Población situada socialmente por debajo del proletariado -subproletariado-, desde el punto de vista de su realidad social, económica; generalmente compuesta por grupos sociales completamente marginados o desclasados; en la actualidad también se ha observado dentro del grupo a componentes del proletariado que hacen bandera de las peticiones de la burguesía; se observa un alto componente cultural en esa posición en contra de sus propios intereses…
²Es  un principio de legitimidad superior a la ley y a la propia constitución; o lo que es lo mismo, una intensificación de la validez de determinadas normas respecto de las normas "simples" u ordinarias. Es la garantía última de que no se cuestionarán las condiciones sociales y el sistema imperante.

Imágenes:

1 y 2.- Los hechos.