martes, 25 de enero de 2011

De izquierda renovada a derecha reciclada.


Los intelectuales “renovadores” no constituyen renovación alguna. En el caso de nuestros ex-sandinistas, como en el de otros ex-izquierdistas latinoamericanos como Teodoro Petkoff en Venezuela, se puede afirmar que constituyen una neo-derecha funcional a los planes más retrógrados del imperialismo.
Es difícil ver a estos intelectuales, a diferencia de un Tony Negri (el de la tesis del “Imperio sin imperialismo”) o de un John Holloway (el de la tesis de que “no hay que tomar el poder”), como izquierdistas confundidos.
En la Nicaragua actual es imposible no darse cuenta de que al hablar de la “dictadura de Ortega” se está apoyando la agenda de las embajadas de la OTAN. Al atacar las supuesta “medidas populistas” del gobierno, es imposible no darse cuenta de que se está atacando al único gobierno que se ha tomado en serio los problemas del país desde 1990. Al cobrar los cheques de las ONGs, es imposible ignorar cuál es la mano que los firma. Al participar en las actividades de la sociedad civil ad-hoc, es imposible ignorar la ausencia de pueblo.
¿Traicionan estos intelectuales? Claro que sí. Se traicionan a sí mismos, pero eso es lo de menos. Traicionan a su propio pueblo y sus esfuerzos por lograr una vida digna. Traicionan a los que ofrendaron sus vidas en la lucha contra la muy real y perversa dictadura somocista, y en la defensa de la muy real y profunda Revolución Popular Sandinista.
Pero también traicionan los anhelos de liberación de millones de latinoamericanos que ven en el ALBA la materialización de 500 años de lucha y resistencia. Traicionan todo esto al boicotear la solidaridad internacional con Nicaragua, y traicionan la buena fe de miles de personas progresistas y de izquierda que a lo largo y ancho del mundo todavía confían en sus viejas credenciales revolucionarias.
En la era del “poder inteligente” en la que un presidente negro en la Casa Blanca carga con el pesado fardo del Hombre Blanco y declara la guerra al mundo en aras de la Civilización Occidental y sus múltiples crisis, en el Tercer Mundo no faltan los portadores contemporáneos de la Maldición de Malinche, dispuestos a ayudarle.

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“El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.”

Comandante Carlos Fonseca Amador.

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