Por: Albano Zambrano
Fecha de publicación: 08/01/11
Ciertamente los ciclos históricos se vienen cumpliendo y una vez más, como hace 200 años, los seguidores de Bolívar debemos plantearnos que este ha de ser el año definitivo para consolidar nuestras luchas y lograr la tan anhelada independencia, siendo muchos los factores y escenarios para analizar en procura de nuestro propósito como Nación.
Se hace necesario que todas y todos asumamos a conciencia que este hermoso tesoro llamado Venezuela, tan apetecido por los imperios que en diferentes momentos históricos han dominado a Latinoamérica, no será fácilmente devuelto por quienes durante siglos se han creído sus dueños y han usufructuado el goce de sus recursos. A riesgo de parecer reiterativos, insistimos que no se trata solamente de las ingentes riquezas naturales por todos conocidas (y muy apetecibles para el desgastado sistema capitalista), sino también por nuestra envidiable ubicación geoestratégica que nos permite establecer relaciones de intercambio continental y mundial, dado el fácil acceso marítimo y fluvial. Es decir, debemos contextualizarnos en el escenario internacional y el sistema capitalista como factor estructural del mismo.
Estos elementos que tan fácilmente se abordan en tantas conversaciones cotidianas, parecieran ser poco comprendidos en su verdadera dimensión por muchos que nos decimos comprometidos con el proceso revolucionario bolivariano. Es así que en múltiples ocasiones demostramos con nuestra praxis diaria un aislamiento rotundo respecto a lo que acontece en otros pueblos que, al igual que nosotros, luchan por independizarse del capitalismo internacional. Por ejemplo hablamos de la ALBA como una gran idea integracionista del Comandante Presidente Hugo Chávez, pero cuestionamos la creación de las Universidades del ALBA, los Programas Grannacionales de Formación (PGNF), el apoyo de FUNDAYACUCHO a los estudiantes extranjeros que vienen a nuestro país, para citar sólo algunos casos relativos al ámbito universitario.
Es oportuno acotar que la inconsciencia revolucionaria (por darle algún calificativo), no está presente sólo en compatriotas con escasa responsabilidad política y/o formación académica. La vemos reflejada en el accionar de algunos dizque cuadros partidistas y directivos de ministerios e instituciones adscritas, quienes sólo consideran el aquí y el ahora, pues han asumido la revolución como mecanismo coyuntural de acceso al poder y no como el proceso estructural de transformación que es, el cual comienza con la auto-transformación del concepto sobre el mundo y su dinámica política, económica, social y cultural, en tanto objetivo último de nuestra lucha independentista.
Imperioso tener conciencia, por ejemplo, que al seguir consumiendo bienes y servicios de las transnacionales, copiando modelos productivos y sólo ensamblando piezas importadas, nos alejamos cada vez más de nuestra posibilidad de independencia económica y tecnológica. Mientras que al fortalecer el modelo de Universidad Politécnica Territorial (UPT), desarrollando nuevas formas de organización, procesos académico-administrativos propios, distintos y opuestos a las universidades tradicionales, contextualizados al entorno local, enfocados a la formación de los profesionales necesarios para el país, generando el conocimiento requerido y estableciendo sólidos vínculos comunitarios para solucionar problemas reales y sentidos, estaremos fortaleciendo nuestra independencia y soberanía. Ambos ejercicios requieren elevar con creces nuestra conciencia revolucionaria.
En modo alguno pretendemos lanzar piedras por ser más revolucionarios que los demás, perogrullada que manifiesta un inconsciente afán de competencia individualista. Lo que intentamos es invitar a la reflexión sobre la falta de compromiso e inconsistencia ideológica, cuya expresión más elocuente es el ejercicio político apartidista (¿?), contradicción gatopardiana neoliberal creada para castrar la formación ideológica e impulsar la Empresa-Estado, demandante de gerentes “apolíticos” catapultados al poder por las ONG´s independientes de partidos. Por ello es frecuente encontrarnos en los predios universitarios los academicistas chaveros (no chavistas), quienes hablan de política sin fijar posición política, criticando la falta de talento en el gobierno municipal, regional o nacional, pero sin aportar soluciones desde su erudito conocimiento, a menos que les contraten como asesores.
Claro está que esta Revolución la estamos haciendo con los mismos venezolanos y venezolanas que nos formamos en la cuarta república y por ende bajo sus preceptos, fallas y vicios, lo que nos lleva a constantes marchas y contramarchas. Los ciudadanos soñados para profundizarla y construir el Buen Vivir por el que luchamos desde hace más de 500 años, hoy apenas son niños y niñas que se están levantando como los hombres y mujeres para la Nueva Patria Independiente.
No obstante, hemos creído conveniente dirigir nuestra primera Reflexión del año a las universitarias y los universitarios comprometidos con el país, con la pacha mama y consigo mismos, para que contribuyamos a que el 2011 sea un paso consciente en la indeclinable lucha por la Independencia…
Se hace necesario que todas y todos asumamos a conciencia que este hermoso tesoro llamado Venezuela, tan apetecido por los imperios que en diferentes momentos históricos han dominado a Latinoamérica, no será fácilmente devuelto por quienes durante siglos se han creído sus dueños y han usufructuado el goce de sus recursos. A riesgo de parecer reiterativos, insistimos que no se trata solamente de las ingentes riquezas naturales por todos conocidas (y muy apetecibles para el desgastado sistema capitalista), sino también por nuestra envidiable ubicación geoestratégica que nos permite establecer relaciones de intercambio continental y mundial, dado el fácil acceso marítimo y fluvial. Es decir, debemos contextualizarnos en el escenario internacional y el sistema capitalista como factor estructural del mismo.
Estos elementos que tan fácilmente se abordan en tantas conversaciones cotidianas, parecieran ser poco comprendidos en su verdadera dimensión por muchos que nos decimos comprometidos con el proceso revolucionario bolivariano. Es así que en múltiples ocasiones demostramos con nuestra praxis diaria un aislamiento rotundo respecto a lo que acontece en otros pueblos que, al igual que nosotros, luchan por independizarse del capitalismo internacional. Por ejemplo hablamos de la ALBA como una gran idea integracionista del Comandante Presidente Hugo Chávez, pero cuestionamos la creación de las Universidades del ALBA, los Programas Grannacionales de Formación (PGNF), el apoyo de FUNDAYACUCHO a los estudiantes extranjeros que vienen a nuestro país, para citar sólo algunos casos relativos al ámbito universitario.
Es oportuno acotar que la inconsciencia revolucionaria (por darle algún calificativo), no está presente sólo en compatriotas con escasa responsabilidad política y/o formación académica. La vemos reflejada en el accionar de algunos dizque cuadros partidistas y directivos de ministerios e instituciones adscritas, quienes sólo consideran el aquí y el ahora, pues han asumido la revolución como mecanismo coyuntural de acceso al poder y no como el proceso estructural de transformación que es, el cual comienza con la auto-transformación del concepto sobre el mundo y su dinámica política, económica, social y cultural, en tanto objetivo último de nuestra lucha independentista.
Imperioso tener conciencia, por ejemplo, que al seguir consumiendo bienes y servicios de las transnacionales, copiando modelos productivos y sólo ensamblando piezas importadas, nos alejamos cada vez más de nuestra posibilidad de independencia económica y tecnológica. Mientras que al fortalecer el modelo de Universidad Politécnica Territorial (UPT), desarrollando nuevas formas de organización, procesos académico-administrativos propios, distintos y opuestos a las universidades tradicionales, contextualizados al entorno local, enfocados a la formación de los profesionales necesarios para el país, generando el conocimiento requerido y estableciendo sólidos vínculos comunitarios para solucionar problemas reales y sentidos, estaremos fortaleciendo nuestra independencia y soberanía. Ambos ejercicios requieren elevar con creces nuestra conciencia revolucionaria.
En modo alguno pretendemos lanzar piedras por ser más revolucionarios que los demás, perogrullada que manifiesta un inconsciente afán de competencia individualista. Lo que intentamos es invitar a la reflexión sobre la falta de compromiso e inconsistencia ideológica, cuya expresión más elocuente es el ejercicio político apartidista (¿?), contradicción gatopardiana neoliberal creada para castrar la formación ideológica e impulsar la Empresa-Estado, demandante de gerentes “apolíticos” catapultados al poder por las ONG´s independientes de partidos. Por ello es frecuente encontrarnos en los predios universitarios los academicistas chaveros (no chavistas), quienes hablan de política sin fijar posición política, criticando la falta de talento en el gobierno municipal, regional o nacional, pero sin aportar soluciones desde su erudito conocimiento, a menos que les contraten como asesores.
Claro está que esta Revolución la estamos haciendo con los mismos venezolanos y venezolanas que nos formamos en la cuarta república y por ende bajo sus preceptos, fallas y vicios, lo que nos lleva a constantes marchas y contramarchas. Los ciudadanos soñados para profundizarla y construir el Buen Vivir por el que luchamos desde hace más de 500 años, hoy apenas son niños y niñas que se están levantando como los hombres y mujeres para la Nueva Patria Independiente.
No obstante, hemos creído conveniente dirigir nuestra primera Reflexión del año a las universitarias y los universitarios comprometidos con el país, con la pacha mama y consigo mismos, para que contribuyamos a que el 2011 sea un paso consciente en la indeclinable lucha por la Independencia…
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“El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.”
Comandante Carlos Fonseca Amador.
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