viernes, 17 de diciembre de 2010

HONDURAS : Los hechos del Lobo hondureño


Cuando pretendemos escribir algo sobre los problemas nacionales en general y en especial sobre los temas derivados del golpe de estado contra Manuel Zelaya, suponemos que tenemos alguna información, educación política y una formación cultural más o menos sólida.
Del mismo modo, el acceso a ciertos medios tecnológicos, como los teléfonos móviles y las computadoras, nos hace creer que esos instrumentos están en mano de todos y de repente se nos nubla la visión, perdemos de vista la realidad y confundimos todo creyendo que las cosas se comportan tal y como ocurren en nuestro entorno.
Si nada sucede en el centro comercial o en el café de moda, ello demuestra que tampoco hay acontecimientos extraordinarios en el Bajo Aguan o en Zacate Grande por ejemplo, aquí la violencia y la muerte no existen y apenas hay ajustes legales que la policía y el ejército se encargan de proteger.
Y así van desfilando muchos eventos: mostrando sus luminosas apariencias, que a muchos satisfacen, mientras que lo esencial se mantiene oculto, y muchas veces conscientemente oculto. Dicho de otra forma, entre lo más violento e inhumano en cualquier tiempo y época es conocer la verdad y hacerla ver como algo inexistente.
Esto se nota en el gran esfuerzo del gobierno del Lobo en insistir que en la zona del Aguan hay un brote guerrillero que pone en peligro la seguridad nacional, que circulan grandes cantidades de armas para usos militares y que hay presencia de insurgentes extranjeros en el sector.
Por ello es el despliegue de las fuerzas represivas del Estado y no encuentran nada, buscan y registran personas y humildes viviendas y los arsenales no aparecen. Cuando más bien se trata de proteger y dar garantías a las propiedades que usurpa su gran jefe supremo, el titiritero nacional, el líder de la mara golpista del 28 de junio: Miguel Facusse.
Mentiras y simulaciones para todos los gustos y que puedan ser repetidas por sus órganos de información. El mismo cuento de su sirviente Michelety o de otro espécimen similar, George Bush con las supuestas armas de destrucción masiva en manos de los iraquíes. Y de esto no hay pruebas sólo inmensos titulares en la prensa escrita y el respectivo escándalo en la televisión de los capitalistas locales.
En toda esta acción represiva lo fundamental y que realmente interesa al continuador del golpe de estado es preservar la propiedad de los agroindustriales, demostrar la importancia del presupuesto en seguridad y defensa, asegurar la narcoactividad en la zona y garantizar ganancias a los medios de comunicación en manos de la oligarquía; lo demás, la vida de los campesinos que luchan por el derecho a la existencia, sale sobrando.
Todos estos movimientos del gobierno actual, en el Aguan y en Zacate Grande, son las demostraciones más claras del significado del “humanismo cristiano” del Lobo y de toda la jauría que lo acompaña, sean laicos o seglares de sotana o sin ella. Otra vez se manifiesta la esencia del capitalismo en su formato hondureño en donde las cosas adquieren más valor que la vida humana.
Mientras tanto en los principales centros urbanos hay una fuerte campaña induciendo al consumo y al despilfarro para celebrar el nacimiento del Dios cristiano, y la ceguera se expande entre los pobres y toda la clase media, y los que acceden, gestionan y controlan a la educación secundaria y superior ´posiblemente discuten sobre cosas banales o sueñan con confortables vacaciones.
Más allá de sus narices no hay nada importante. Entre otras cosas, esto significa que la ignorancia y la incultura también son propias de muchas hondureñas y hondureños formalmente educados y conformes con la cómoda vida urbana que nos proporciona el neoliberalismo.
Por otro lado, con mucha frecuencia olvidamos que en el caso de Honduras el acceso al texto impreso o digitalizado es muy limitado y que, aunque la cobertura de la educación formal parece ir en crecimiento ello se contradice con los altos índices de repitencia y deserción escolar en todos los niveles del sistema educativo; según las cuentas de consultores de la Universidad Pedagógica, alrededor de 900,000 hondureños entre 15 y 24 años son analfabetos, problema que afecta en mayor grado a las mujeres y a los pobladores de las áreas rurales.
Es decir, estamos envueltos en un sistema educativo excluyente, lleno de desigualdades y carente de calidad, que se encarga de profundizar la miseria material y cultural de todos nosotros. Un sistema pensado y diseñado según los parámetros de los grupos que han gobernado el país, a quienes conviene mantener esas condiciones de atraso educativo para perpetuar la forma nacional de capitalismo que ellos han desarrollado.
Una muestra del interés del grupo político en el poder se nota en la asignación del presupuesto nacional hacia los ministerios de defensa y seguridad, entre ambos suman más de 5 mil millones de lempiras. Y es seguro que ni uno solo de esos lempiras tiene que ver con la salud y la educación del 70% de hondureños y hondureños ubicados en la categoría de miserables y privados de todo: de salud, educación y vivienda. Parte de esos fondos están siendo utilizados para reprimir campesinos en el norte y el sur de país.
Además, es difícil no sorprenderse cuando nos dicen que desde el 2001 en nuestro país la Estrategia de Reducción de la Pobreza absorbió más de 120,000 millones lempiras sin reducir en absoluto los niveles de miseria, o que el ingreso por persona es de $1,700 anuales, en el caso de que tengan algún trabajo. Es decir, la mayoría de la población subsiste con 90 lempiras diarios.
Es una simple estadística que dice muy poco de la realidad, muchos sobreviven con menos de esa cantidad. Con todos los dineros invertidos en paliar los efectos del huracán Mitch y en reducir la pobreza el país sería una maravilla mundial, un caso único en la historia universal, ya que todos los hondureños seríamos millonarios.
Haciendo un cálculo muy modesto, suponiendo que seamos ocho millones los que poblamos el país, en el 2010 cada uno de nosotros tendríamos más de 90 millones como fortuna personal. Por eso no una exageración afirmar que la oligarquía, turca y criolla, que ha gobernado el país desde 1821 es una verdadera plaga que esquilma, explota, atropella, corrompe y no deja fuera de sus negocios ningún espacio posible.
Esa oligarquía ha creado y utilizado el poder político y junto a los gringos, es la principal interesada en salvar a toda costa esa inhumana y despiadada máquina de dos cabeza llamada partido conservador, el de la bandera morada. El supuesto bipartidismo al que alegremente respaldan embajadores yanquis, empresarios golpistas, aparatos represivos, medios de comunicación y los políticos con sus ideologías para cada circunstancia y que pasan acechando el presupuesto nacional.
Todos esos hechos: violencia contra los campesinos del Aguan y los pobladores de Zacate Grande, protección a la gran propiedad terrateniente, fortalecimiento de los cuerpos represivos del estado y del bipartidismo, consumismo ciego, adormecimiento de los grupos sociales urbanos de ingresos medios, despilfarro y robo descarado de los dineros nacionales, penetración del narcotráfico en todas los niveles del poder político y económico, servilismo de las jerarquías religiosas, violación constante de los derechos humanos, entrega de los recursos naturales, control de la prensa y corrupción generalizada entre los comunicadores, son apenas algunas facetas del “humanismo cristiano”, de esa mascarada que hoy utiliza este capitalismo atrasado, de mentalidad feudal y que se ensaña contra el pueblo.
Esos hechos muestran la necesidad de lo que muchos llaman refundación nacional, que no sería más que un momento en el desarrollo hacia la edificación de una sociedad mucho más justa, equitativa, que supere al capitalismo neoliberal.

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“El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.”

Comandante Carlos Fonseca Amador.

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