jueves, 16 de diciembre de 2010

EE.UU. arma intensa campaña para limpiar su imagen tras publicaciones en Wikileaks



Nueva York.- Un día después de la filtración de documentos oficiales secretos más grande de su historia, el gobierno de Estados Unidos reconoció los daños a su ejercicio diplomático, consideró que la divulgación fue un ataque a la comunidad internacional y empezó a buscar cómo superar la grave crisis diplomática detonada al desenmascarar, y hasta avergonzar, a mandatarios, cancilleres y, sobre todo, funcionarios estadunidenses.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, se presentó hoy ante los medios en Washington para declarar que su gobierno condena la divulgación ilegal de información clasificada, lo cual, reiteró, pone en peligro las vidas de personas, amenaza nuestra seguridad nacional y mina nuestros esfuerzos por trabajar con otros países para resolver problemas compartidos. Subrayó que “esta divulgación no sólo es un ataque a los intereses de la política exterior de Estados Unidos.

Es un ataque a la comunidad internacional; a las alianzas y socios, las conversaciones y negociaciones, que salvaguardan la seguridad global y promueven la prosperidad económica.
Consideró que divulgaciones como ésas rompen el tejido de la función apropiada de los gobiernos responsables, y aunque el debate abierto es fundamental para las democracias, el robo de documentos confidenciales y su difusión sin considerar las consecuencias no sirve al bien común.

Destacó que no sólo las relaciones entre gobiernos podrían ser afectadas, sino los contactos de diplomáticos estadunidenses en otros países, ya que éstos se reúnen con trabajadores de derechos humanos, periodistas, líderes religiosos y otros, quienes ahora podrían verse vulnerados y perseguidos.

Clinton insistió en que las relaciones del gobierno de Barack Obama aguantarán este desafío, e insistió en que lamenta la divulgación de informes sobre conversaciones privadas y evaluaciones personales.

Reiteró que la política exterior no se traza en las embajadas, sino en Washington.

Estamos tomando medidas enérgicas para responsabilizar a aquellos que se robaron esta información, añadió.

Apuntó que conversó con sus contrapartes de varios países, y todos estamos de acuerdo en que, ante todo, continuarán enfocándose en las tareas.

Con un poco de humor, comentó que uno de los funcionarios extranjeros con quien habló sobre los cables minimizó la importancia de evaluaciones poco diplomáticas. No se preocupe. Debería ver lo que decimos de ustedes, le dijo, según Clinton.

Inmediatamente después de la conferencia de prensa, la funcionaria inició una gira con escalas en Asia central y el golfo Pérsico, en la que tiene programadas reuniones con varios de los mencionados en los cables.

Por ahora, sólo se han divulgado –por conducto del sitio de Wikileaks y cinco periódicos (The Guardian, Le Monde, Der Speigel, The New York Times y El País)– unos cientos de los más de 250 mil documentos.

Wikileaks informó que continuará subiendo los documentos poco a poco a lo largo de los próximos meses. Por tanto, diplomáticos y gobiernos aún no están enterados de todo lo que se revelará sobre ellos, incluido el de México.
El sitio cibernético informa que tiene más de 2 mil 800 documentos que se originan en las sedes diplomáticas de Estados Unidos en el país vecino.

Otros políticos de ambos partidos condenaron a Wikileaks por iniciar la filtración de documentos. El representante republicano Peter King, quien en la próxima legislatura será presidente del Comité de Seguridad Interna, instó al procurador general de Estados Unidos a calificar al sitio cibernético de organización terrorista extranjera, al afirmar que representa un peligro claro y presente a la seguridad nacional de Estados Unidos.

La también representante republicana Ileana Ros-Lehtinen, próxima presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, consideró que la revelación de los documentos es extremamente irresponsable, y dijo que quienes los están filtrando y publicando hacen gran daño a nuestra nación.

El senador demócrata John Kerry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores, consideró que la filtración es una acción imprudente que pone vidas en jaque, al revelar inteligencia cruda y contemporánea.

El también senador Joe Lieberman, presidente del Comité de Seguridad Interna, calificó la acción de ataque a la seguridad nacional de Estados Unidos.

Su colega republicano Lindsey Graham deploró la filtración y dijo que “la gente de Wikileaks podría tener sangre en las manos”.
El almirante Mike Mullen, jefe del estado mayor de Estados Unidos, declaró a CNN que la filtración podría poner en riesgo a las tropas aliadas en Afganistán y amenazar las relaciones con otros países. Esperaría que los responsables de esto pensaran en la responsabilidad que tienen por las vidas que están exponiendo.
Muchos analistas dudaban de impactos tan alarmantes. Señalaron que mucho de lo revelado no es información supersecreta.

Sí coinciden con el vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, quien dijo que cuando la sustancia de las conversaciones privadas está impresa en las primeras planas de periódicos a través del mundo, podría tener un impacto profundo no sólo sobre los intereses de la política exterior de Estados Unidos, sino en la de nuestros aliados y amigos alrededor del mundo. Es obvio que líderes y diplomáticos de otros países pensarán dos veces antes de intercambiar información u opiniones sinceras con sus contrapartes estadunidenses, ya que estas filtraciones, como señala Der Speigel, son un derretimiento político para la política exterior estadunidense, que deja muy cuestionada la confianza en Estados Unidos por sus socios.

Para otros, los documentos conocidos hasta ahora no son interesantes por los secretos que revelan –ya que no hay algo verdaderamente escandaloso, de las dimensiones de un complot de la CIA o algo como el caso Irán-contras–, sino por lo que ilustran sobre el manejo del poder de Washington en el ámbito internacional.
La impresión que da es de la superpotencia mundial recorriendo impotente un mundo en que nadie se comporta como se le pide, indicó Simon Jenkins en The Guardian.

Algunos dicen que es peor, ya que la superpotencia ahora es rehén. Ben Smith, del sitio cibernético Politico, escribió: “los anarquistas online que están en posesión de 251 mil 287 cables diplomáticos estadunidenses tienen poco interés en negociaciones (...) ninguna amenaza de fiscalización o de maniobra diplomática puede revertir su impacto (...) y el gobierno de Obama parece estar atorado sólo en poder absorber las últimas revelaciones”.

Para el veterano analista Pretap Chatterjee, el intento de los abogados de la Casa Blanca por amenazar al sitio cibernético que divulgó los documentos, subrayando el derecho casi absoluto del Poder Ejecutivo a determinar la política exterior y de seguridad, sólo deja una situación en la que “pareciera que el único control y contrapeso a una presidencia imperial son los activistas peleoneros de Wikileaks y sus periodistas cómplices”.

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