Por Pedro José Madrigal Reyes.
Siempre que hablamos de Augusto Cesar Sandino somos participes de una guerra dialéctica sobre su legado, sobre sus pensamientos, sobre sus objetivos mismos… Y es que no pocos han intentado tergiversar los elementos históricos que influyeron en su vida, determinación y en las causas últimas de su asesinato. La incomprensión de la herencia del hombre está tan arraigada que incluso en las filas del sandinismo se mal comprende la moralidad de su pensamiento que ha rebasado las barrera del tiempo e infundido su impronta y cambiado para siempre el pensamiento de los nicaragüenses.
Siempre que hablamos de Augusto Cesar Sandino somos participes de una guerra dialéctica sobre su legado, sobre sus pensamientos, sobre sus objetivos mismos… Y es que no pocos han intentado tergiversar los elementos históricos que influyeron en su vida, determinación y en las causas últimas de su asesinato. La incomprensión de la herencia del hombre está tan arraigada que incluso en las filas del sandinismo se mal comprende la moralidad de su pensamiento que ha rebasado las barrera del tiempo e infundido su impronta y cambiado para siempre el pensamiento de los nicaragüenses.
Encontramos diferencias de su discurso –dependiendo de la realidad y momento histórico-. En una etapa prima de su lucha el general adopta un discurso inclusionista con el que pretende unir a todos los sectores sociales con ideas afines en un objetivo común –la expulsión de las tropas estadounidense de Nicaragua-, ésta idea la deja plasmada en su primer manifiesto:
“… Pueblo hermano: al dejar expuestos mis ardientes deseos por la defensa de la Patria, os acojo en mis filas sin distinción de color político, siempre que vuestros componentes vengan bien intencionados…”
Aquí podemos apreciar un discurso similar al tercerismo que practicó el FSLN, y que a la postre sería la causa última de la fragmentación del mismo; la primera tras la revolución –la traición de los conservadores, liberales y oligarcas que terminaron nutriendo a las fuerzas contrarrevolucionarias, con el apoyo inestimable de la administración Reagan-, la segunda ruptura se produjo en los noventa, más conocida como la traición de los intelectuales².
Intuyo que Sandino no pensó que su lucha iba a alcanzar sus objetivos en un tiempo relativamente corto, un resultado que no es fruto de la casualidad, sino de su genio militar que transformó para siempre la guerra de guerrillas –me refiero a la capacidad de sus columnas guerrilleras de enfrentar y derrotar a un ejército regular, al mejor ejército de su tiempo-, un planteamiento que Fidel Castro perfeccionaría, dando un paso más en su aplicación…
Tras el triunfo de su causa, el general de hombres libres, inicia su pequeña experiencia en la aplicación de un nuevo modelo de organización socioeconómico –la cooperativa o comuna de Wiwili- que por sus características podría trastocar y cambiar para siempre la relación interclase de la sociedad nicaragüense. Recordemos que en esa comuna se puso en marcha un modelo que bebía de las teorías del anarco-comunismo -en el que militó en su etapa de inmigrante mexicano, antes de la guerra-, no es difícil adivinar esa influencia en la elección de sus colores de lucha, el rojo y negro…
Ganada la guerra, Sandino revela su verdadero ideario político así como la necesidad de depositar en manos de obreros y campesino –los excluidos y productores de la riqueza-, los medios productivos… y con ello las relaciones sociales de la época… A ojos de oligarcas y estadounidenses –con mayúsculos intereses en Nicaragua- éste constituía el germen del derribo de su estatus, y en base a ello se decide su asesinato.
Pero el germen de la rebeldía ya estaba incubado, y allí lo encontraron –en las Segovias y otras regiones de Nicaragua- los guerrilleros que enarbolaron su gesta décadas después…
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Apuntes:
1.- Era como solían llamar a Sandino los que militaron en su lucha tras su asesinato…, Somoza pretendió borrarlo de nuestra historia…
2.- No estoy muy de acuerdo con este calificativo, ya que buena parte de los intelectuales sandinista mantuvieron su militancia y su determinación en los más difíciles momentos.
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“El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.”
Comandante Carlos Fonseca Amador.
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