Por Mario Fulvio Espinosa
Que El Nuevo Diario por razones de subsistencia se vea obligado a practicar la manipulación y el fraude informativo como “modus vivendi”, puede considerarse un recurso “normal” dentro de las arenas movedizas del capitalismo salvaje en que estamos sumergidos y donde, en aras de las ganancias, el fin justifica los medios. Sin embargo, cuando a esta ausencia de valores periodísticos se agrega el odio visceral contra personas y la amargura de la frustración política, que se plasman diariamente en las páginas de ese periódico, la situación se torna totalmente anormal y se cae en el ejercicio de un periodismo VIL y DESQUICIADO.
En ese tipo de periodismo ya no caben aquellos nobles valores que aprendimos en las aulas de la Escuela de Periodismo de la UNAN, que establecían que los periódicos tenían una delicada responsabilidad social que se ejercía a través de la verdad informativa, para lograr educar, orientar, entretener y cimentar valores morales y cívicos en las audiencias. Se hacia énfasis en lograr una democrática retroalimentación de los perceptores para ser la voz de todos, sin ninguna discriminación.
Por donde se vea, ya estos parámetros éticos que cincelaban el profesionalismo de los periodistas y señalaban, además, la responsabilidad e incidencia de estos valores en el trabajo cotidiano dentro del medio, para El Nuevo Diario son material en desuso, cosas de moda pasada que conviene sepultar en aras de una libertad de expresión inhumana, descarnada, irresponsable, desbocada, deformada y sin límites. Si a eso se le puede llamar libertad de expresión.
Ante esta carencia absoluta de asideros morales y éticos, con periódicos enfermos de anti-periodismo, ya ni siquiera cabe hablar de redefinir el periodismo que por ahora es un quehacer al capricho de los dueños de medios. Periódicos como El Nuevo Diario y el de su vecindad –cuyos dueños se declaran amos y señores de la libre expresión, y que plantean una sistemática condena contra la impunidad-, son inmunes e impunes en la comisión de sus delitos informativos, y se conceden una patente de corso para practicar el chantaje, la falacia, el fraude, la calumnia, la mentira, la levantina y el libelo.
Para estos heraldos negros de la mentira la norma constitucional de informar con veracidad y para el interés social, vale menos que una mecha de un lampazo. Miden la libertad de expresión a través de las prebendas que puedan sacarle al Estado, jamás se ha visto que consulten al pueblo nicaragüense sobre el tipo de información que desea, ni que efecto causa en la colectividad la viciada comunicación que le brindan.
Se llenan la boca los gamonales de esos periódicos hablando de libre expresión cuando en definitiva, el pueblo nicaragüense fuente de esa misma libertad, carece de ella, pues a fuerza tiene que aceptar lo mensajes que los dueños de ambos diarios seleccionan para ellos. Amigos de hacer noticias de cualquier encuesta a su favor, jamás han hecho ninguna para preguntarle a nuestra gente sobre que principios y valores construir la comunicación que desea. ¡Valiente libertad de expresión! ¡Valiente democracia unilateral de estos comerciantes! ¡Valiente “Diario de los nicaragüenses” que, como cruel paradoja está “al servicio de la verdad y de la justicia!”
En realidad, con periódicos como El Nuevo Diario y el de la vecindad, ya no caben definiciones valorativas, la vorágine aberrante de la comunicación “social” neoliberal se ocupó de cambiar las cosas. En el contenido manifiesto y latente de sus mensajes existe el grito fascista de “Muera la inteligencia” y acabemos con la historia. Han achicharrado en la hoguera de sus intereses políticos a la ética y la moral, estorbos para aquellos que quieren para si “todo el poder de la información”, que se traduce en la ambición de alcanzar todo el “poder político” y el de lograr dinero sin ningún escrúpulo.
De ahí que se hable de una guerra mediática en la que medios de comunicación como El Nuevo Diario y el vecino, se han transformado en agoreros de desastres, heraldos negros de crisis y hambrunas, camanduleros dogmáticos come curas según conveniencia, compinches de sibilas y brujos estafadores, cobardes careadores de desgracias y plagas, voceros mercenarios del imperio yanqui, camaleones portavoces de políticos corruptos, enemigos arteros de su propia lar patrio, porque en la realidad sólo anhelan ser ciudadanos gringos.
¿A dónde iremos a parar con una comunicación de esta laya?
La pregunta debe ser planteada en las universidades que están, más que haciendo fabricando periodistas. Si no tenemos una plataforma normativa y ética de lo que es el periodismo, o si seguimos en el juego del sistema periodístico neoliberal, flaco favor haríamos al pueblo nicaragüense dándole comunicadores de pacotilla, para la vanalidad y el figureo o para realizar canalladas periodísticas a troche y moche. Resulta visible que algunas de nuestras Universidades con sus Escuelas de Periodismo se han acoplado a esta forma de hacer ese periodismo que violenta los Derechos Humanos, y que han caído en el maniqueísmo del radicalismo político como lo han hecho algunas ONG que dicen defender los mencionados derechos y sin embargo violentan ese ecumenismo humanista que mueve a la defensa integral del ser humano.
Si a las Escuelas de Periodismo, por razones económicas y políticas, no les interesa la búsqueda de una redefinición del Periodismo y del quehacer profesional de los periodistas, debe ser el Colegio de Periodistas quien la realice, ya que la Ley 372 lo faculta para regular y normar el ejercicio del periodismo en Nicaragua. Esto, en lo tocante a los medios escritos es de suma urgencia cuando a ciencia cierta sabemos que los diarios de la carretera norte practican un PERIODISMO VIL Y DESQUICIADO, que tiene especial resonancia en El Nuevo Diario que, como contradicción nació en Mayo de 1980 bajo el lema de “un periodismo nuevo para el hombre nuevo”. Las planas de ese periódico constituyen una bofetada diaria para quienes piensan construir un periodismo nuevo ético, moral, verídico, noble y patriótico.
La fobia y el odio ciego de ese diario contra el gobierno, lo han transformado en un antro donde la manipulación es cotidiana, donde se irrespeta el criterio y la libertad de conciencia de sus mismos periodistas y se miente con todo descaro e, incluso se imaginan mentiras que se ponen en boca de los entrevistados. Veamos una cuenta de la miles de esa camándula:
El 7 de Mayo recién pasado la periodista Matilde Córdoba firma unas breves declaraciones del comandante Bayardo Arce que fueron publicadas con antetítulos y títulos que nada tienen que ver con su información.
El editor manipulador y falsificador tituló: “Arce subestima a FMI”. Si Ud, lee el escrito de Matilde encontrará que “nada de eso trajo el barco”, Arce explica en forma concisa cómo van las conversaciones con el FMI, de ninguna manera subestima a ese organismo.“Estamos en una comunicación fluida y tranquila” puntualiza Bayardo.
Pero EL PERIODICO VIL Y DESQUICIADO no sólo altera y miente en el título sino que inventa otra salvajada periodística cuando en el antetítulo aventura una falacia: “`PARECIO DECIR: DE MEJORES PARTES NOS HAN CORRIDO”. Ya no le basta al Diario manipular el titulo de la información, sino que, con descaro, inventa lo que el entrevistado no dijo, ni nunca quiso decir. Recurso cotidiano en ese periódico que también deforma o interpreta para su aliño las entrevistas amañadas que hacen algunos de sus periodistas.
Ese el tráfico ilícito con la información cotidiano EL Nuevo Diario tiene un intenso quehacer: miente y mutila a placer, ha expulsado de su página de opinión a los que no comulgan con sus ruedas de molino -y la lista de censurados es extensa-, desvirtúa a diario la realidad nacional, poner al país sumergido en una crisis apocalíptica, de manera solapada y directa siembra el terror y el caos, hace comercio vulgar con la mujer nicaragüenses a la que presenta a diario en desnudos pornográficos, cae en un humor escatológico ilimitado con sus caricaturas, denigra e insulta a su gusto y antojo, especula e inventa criterios, sugiere situaciones y suceso, magnifica cualquier “mal aire” de sus compinches políticos, a su antojo lava, retuerce, y expone los sucesos, en el afán de jugar un papel político que nadie le ha otorgado.
Otro recurso manido de ese diario para justificar su regla “pega primero y averigua después” es colgar sus calumnias del estribillo; “la fuente no estaba, no responde el teléfono”. Ninguna regla moral o ética autoriza al periódico a ese proceder, que en El Nuevo Diario y el del vecindario ya es una regla perenne. Igual, en el plan de neo-investigadores acuciosos, violentan sin miramientos la propiedad y la privacidad de las personas si, principalmente, son las de sus enemigos políticos.
Y toda esa corruptela comunicativa transcurre en la impunidad. No admiten críticas ni acusaciones legales, pues cualquier objeción a sus desmanes por mínima que sea, es un atentado contra su libertad de expresión. ¡Vaya moral la de estos “comunicadores”! Dejaron atrasadas las teorías de Goebbels. Sobrepasan en terror y violencia las hazañas de los “intocables” de Chicago y Nueva York, dolor de cabeza de Eliot Nees.
Al día siguiente de cada edición difamatoria y mentirosa les llueve a ambos periódicos las cartas de protesta de sus victimas. Sin embargo para las rectificaciones tienen un proceder muy simple. La Prensa no acostumbra poner rectificaciones y las envía directamente al cesto de la basura. El Nuevo Diario las ignora y rara vez las publica sobredimensionando aún más la interpretación cobarde del periódico, justificando su propia maldad y aprovechando para lanzar más lodo a aquel que cometió el equívoco de darle declaraciones.
Qué podemos los nicaragüenses clamar en aras de la paz si nuestros medios de comunicación instigan a la violencia y proponen el terrorismo mediático como antesala de la guerra?
Recuerdo que a raíz del triunfo electoral de Daniel los medios de comunicación de la Carretera Norte propusieron “un compas de espera” para ver como se desenvolvía el mandatario, a fin de proporcionarle –dijeron- “el beneficio de la duda”. Se venia de un periodo preelectoral que fue signado por la descalificación, por todos los procedimientos anti éticos posibles, de la candidatura del ahora presidente y de su esposa, Se llenaron esos diarios de epítetos injuriosos, canallescas caricaturas, y argumentos pro imperialistas.
En verdad no hubo tal “compás de espera”, y desde que Daniel asumió la presidencia aumentaron los insultos, las descalificaciones, la publicación persistente de rumores, la especulación premonitoria malvada, la directa o solapada pretensión de levantar a la policía y al ejército contra el mandatario, el afán de indisponerlo con la curia y sobre todo, la suplicante actitud cobarde y servil ante el imperio para que saque, por ellos, las castañas de fuego.
Que El Nuevo Diario por razones de subsistencia se vea obligado a practicar la manipulación y el fraude informativo como “modus vivendi”, puede considerarse un recurso “normal” dentro de las arenas movedizas del capitalismo salvaje en que estamos sumergidos y donde, en aras de las ganancias, el fin justifica los medios. Sin embargo, cuando a esta ausencia de valores periodísticos se agrega el odio visceral contra personas y la amargura de la frustración política, que se plasman diariamente en las páginas de ese periódico, la situación se torna totalmente anormal y se cae en el ejercicio de un periodismo VIL y DESQUICIADO.
En ese tipo de periodismo ya no caben aquellos nobles valores que aprendimos en las aulas de la Escuela de Periodismo de la UNAN, que establecían que los periódicos tenían una delicada responsabilidad social que se ejercía a través de la verdad informativa, para lograr educar, orientar, entretener y cimentar valores morales y cívicos en las audiencias. Se hacia énfasis en lograr una democrática retroalimentación de los perceptores para ser la voz de todos, sin ninguna discriminación.
Por donde se vea, ya estos parámetros éticos que cincelaban el profesionalismo de los periodistas y señalaban, además, la responsabilidad e incidencia de estos valores en el trabajo cotidiano dentro del medio, para El Nuevo Diario son material en desuso, cosas de moda pasada que conviene sepultar en aras de una libertad de expresión inhumana, descarnada, irresponsable, desbocada, deformada y sin límites. Si a eso se le puede llamar libertad de expresión.
Ante esta carencia absoluta de asideros morales y éticos, con periódicos enfermos de anti-periodismo, ya ni siquiera cabe hablar de redefinir el periodismo que por ahora es un quehacer al capricho de los dueños de medios. Periódicos como El Nuevo Diario y el de su vecindad –cuyos dueños se declaran amos y señores de la libre expresión, y que plantean una sistemática condena contra la impunidad-, son inmunes e impunes en la comisión de sus delitos informativos, y se conceden una patente de corso para practicar el chantaje, la falacia, el fraude, la calumnia, la mentira, la levantina y el libelo.
Para estos heraldos negros de la mentira la norma constitucional de informar con veracidad y para el interés social, vale menos que una mecha de un lampazo. Miden la libertad de expresión a través de las prebendas que puedan sacarle al Estado, jamás se ha visto que consulten al pueblo nicaragüense sobre el tipo de información que desea, ni que efecto causa en la colectividad la viciada comunicación que le brindan.
Se llenan la boca los gamonales de esos periódicos hablando de libre expresión cuando en definitiva, el pueblo nicaragüense fuente de esa misma libertad, carece de ella, pues a fuerza tiene que aceptar lo mensajes que los dueños de ambos diarios seleccionan para ellos. Amigos de hacer noticias de cualquier encuesta a su favor, jamás han hecho ninguna para preguntarle a nuestra gente sobre que principios y valores construir la comunicación que desea. ¡Valiente libertad de expresión! ¡Valiente democracia unilateral de estos comerciantes! ¡Valiente “Diario de los nicaragüenses” que, como cruel paradoja está “al servicio de la verdad y de la justicia!”
En realidad, con periódicos como El Nuevo Diario y el de la vecindad, ya no caben definiciones valorativas, la vorágine aberrante de la comunicación “social” neoliberal se ocupó de cambiar las cosas. En el contenido manifiesto y latente de sus mensajes existe el grito fascista de “Muera la inteligencia” y acabemos con la historia. Han achicharrado en la hoguera de sus intereses políticos a la ética y la moral, estorbos para aquellos que quieren para si “todo el poder de la información”, que se traduce en la ambición de alcanzar todo el “poder político” y el de lograr dinero sin ningún escrúpulo.
De ahí que se hable de una guerra mediática en la que medios de comunicación como El Nuevo Diario y el vecino, se han transformado en agoreros de desastres, heraldos negros de crisis y hambrunas, camanduleros dogmáticos come curas según conveniencia, compinches de sibilas y brujos estafadores, cobardes careadores de desgracias y plagas, voceros mercenarios del imperio yanqui, camaleones portavoces de políticos corruptos, enemigos arteros de su propia lar patrio, porque en la realidad sólo anhelan ser ciudadanos gringos.
¿A dónde iremos a parar con una comunicación de esta laya?
La pregunta debe ser planteada en las universidades que están, más que haciendo fabricando periodistas. Si no tenemos una plataforma normativa y ética de lo que es el periodismo, o si seguimos en el juego del sistema periodístico neoliberal, flaco favor haríamos al pueblo nicaragüense dándole comunicadores de pacotilla, para la vanalidad y el figureo o para realizar canalladas periodísticas a troche y moche. Resulta visible que algunas de nuestras Universidades con sus Escuelas de Periodismo se han acoplado a esta forma de hacer ese periodismo que violenta los Derechos Humanos, y que han caído en el maniqueísmo del radicalismo político como lo han hecho algunas ONG que dicen defender los mencionados derechos y sin embargo violentan ese ecumenismo humanista que mueve a la defensa integral del ser humano.
Si a las Escuelas de Periodismo, por razones económicas y políticas, no les interesa la búsqueda de una redefinición del Periodismo y del quehacer profesional de los periodistas, debe ser el Colegio de Periodistas quien la realice, ya que la Ley 372 lo faculta para regular y normar el ejercicio del periodismo en Nicaragua. Esto, en lo tocante a los medios escritos es de suma urgencia cuando a ciencia cierta sabemos que los diarios de la carretera norte practican un PERIODISMO VIL Y DESQUICIADO, que tiene especial resonancia en El Nuevo Diario que, como contradicción nació en Mayo de 1980 bajo el lema de “un periodismo nuevo para el hombre nuevo”. Las planas de ese periódico constituyen una bofetada diaria para quienes piensan construir un periodismo nuevo ético, moral, verídico, noble y patriótico.
La fobia y el odio ciego de ese diario contra el gobierno, lo han transformado en un antro donde la manipulación es cotidiana, donde se irrespeta el criterio y la libertad de conciencia de sus mismos periodistas y se miente con todo descaro e, incluso se imaginan mentiras que se ponen en boca de los entrevistados. Veamos una cuenta de la miles de esa camándula:
El 7 de Mayo recién pasado la periodista Matilde Córdoba firma unas breves declaraciones del comandante Bayardo Arce que fueron publicadas con antetítulos y títulos que nada tienen que ver con su información.
El editor manipulador y falsificador tituló: “Arce subestima a FMI”. Si Ud, lee el escrito de Matilde encontrará que “nada de eso trajo el barco”, Arce explica en forma concisa cómo van las conversaciones con el FMI, de ninguna manera subestima a ese organismo.“Estamos en una comunicación fluida y tranquila” puntualiza Bayardo.
Pero EL PERIODICO VIL Y DESQUICIADO no sólo altera y miente en el título sino que inventa otra salvajada periodística cuando en el antetítulo aventura una falacia: “`PARECIO DECIR: DE MEJORES PARTES NOS HAN CORRIDO”. Ya no le basta al Diario manipular el titulo de la información, sino que, con descaro, inventa lo que el entrevistado no dijo, ni nunca quiso decir. Recurso cotidiano en ese periódico que también deforma o interpreta para su aliño las entrevistas amañadas que hacen algunos de sus periodistas.
Ese el tráfico ilícito con la información cotidiano EL Nuevo Diario tiene un intenso quehacer: miente y mutila a placer, ha expulsado de su página de opinión a los que no comulgan con sus ruedas de molino -y la lista de censurados es extensa-, desvirtúa a diario la realidad nacional, poner al país sumergido en una crisis apocalíptica, de manera solapada y directa siembra el terror y el caos, hace comercio vulgar con la mujer nicaragüenses a la que presenta a diario en desnudos pornográficos, cae en un humor escatológico ilimitado con sus caricaturas, denigra e insulta a su gusto y antojo, especula e inventa criterios, sugiere situaciones y suceso, magnifica cualquier “mal aire” de sus compinches políticos, a su antojo lava, retuerce, y expone los sucesos, en el afán de jugar un papel político que nadie le ha otorgado.
Otro recurso manido de ese diario para justificar su regla “pega primero y averigua después” es colgar sus calumnias del estribillo; “la fuente no estaba, no responde el teléfono”. Ninguna regla moral o ética autoriza al periódico a ese proceder, que en El Nuevo Diario y el del vecindario ya es una regla perenne. Igual, en el plan de neo-investigadores acuciosos, violentan sin miramientos la propiedad y la privacidad de las personas si, principalmente, son las de sus enemigos políticos.
Y toda esa corruptela comunicativa transcurre en la impunidad. No admiten críticas ni acusaciones legales, pues cualquier objeción a sus desmanes por mínima que sea, es un atentado contra su libertad de expresión. ¡Vaya moral la de estos “comunicadores”! Dejaron atrasadas las teorías de Goebbels. Sobrepasan en terror y violencia las hazañas de los “intocables” de Chicago y Nueva York, dolor de cabeza de Eliot Nees.
Al día siguiente de cada edición difamatoria y mentirosa les llueve a ambos periódicos las cartas de protesta de sus victimas. Sin embargo para las rectificaciones tienen un proceder muy simple. La Prensa no acostumbra poner rectificaciones y las envía directamente al cesto de la basura. El Nuevo Diario las ignora y rara vez las publica sobredimensionando aún más la interpretación cobarde del periódico, justificando su propia maldad y aprovechando para lanzar más lodo a aquel que cometió el equívoco de darle declaraciones.
Qué podemos los nicaragüenses clamar en aras de la paz si nuestros medios de comunicación instigan a la violencia y proponen el terrorismo mediático como antesala de la guerra?
Recuerdo que a raíz del triunfo electoral de Daniel los medios de comunicación de la Carretera Norte propusieron “un compas de espera” para ver como se desenvolvía el mandatario, a fin de proporcionarle –dijeron- “el beneficio de la duda”. Se venia de un periodo preelectoral que fue signado por la descalificación, por todos los procedimientos anti éticos posibles, de la candidatura del ahora presidente y de su esposa, Se llenaron esos diarios de epítetos injuriosos, canallescas caricaturas, y argumentos pro imperialistas.
En verdad no hubo tal “compás de espera”, y desde que Daniel asumió la presidencia aumentaron los insultos, las descalificaciones, la publicación persistente de rumores, la especulación premonitoria malvada, la directa o solapada pretensión de levantar a la policía y al ejército contra el mandatario, el afán de indisponerlo con la curia y sobre todo, la suplicante actitud cobarde y servil ante el imperio para que saque, por ellos, las castañas de fuego.
Así el periodismo terrorista vino “in cressendo” al grado en que está en la actualidad.
Nuestra comunicación social en general sigue a pie juntillas los programas y mensajes alienantes que produce el sistema neoliberal, y en materia de noticias internacionales en El Nuevo Diario existe el procedimiento que llaman “REDACCION CENTRAL” donde entresacan de cables e informaciones de internet lo que es bueno para sus fines, La manida “REDACCION CENTRAL” también le permite al editor o al director, entresacar de las notas realizadas por los reporteros lo que a ellos les conviene, agregado el veneno que no pusieron los periodistas.
Los procesos de manipulación en El Nuevo Diario comienzan desde las mesas de los editores y culmina en el escritorio del director, que agrega, mutila, censura y transforma las notas como a él le da la gana. Los títulos y elementos gráficos forman parte de ese procedimiento donde “vale todo” si es para los objetivos de los dueños. Ahí no se admiten ni las mínimas opiniones internas contrarias. Es guerra abierta contra la verdad, contra el profesionalismo, contra los caros intereses generales del pueblo.
Comunicación para la alienación, periodismo para el terror, para el caos, para crispar los nervios, para sembrar la angustia, para mantener en vilo a la gente. En síntesis, un periodismo para agrandar las cuentas bancarias de los dueños de medios, para entregar la patria en bandeja al mejor postor.
Muy buen articulo reflejando la realidad de un periodismo al servicio de cualquiera, menos del pueblo.
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